Columnistas

Recordando a nuestras compatriotas

Este día está dedicado a ellas, féminas, creciente y sistemáticamente sometidas a diversas formas de violencia que van desde la violación, trata, acoso y golpizas hasta el asesinato. Los hombres descargan sus frustraciones, sus complejos, en contra de compañeras de hogar, hijas, madres, demostrando así su falta de hombría, ética, respeto.

Continúa predominando la cultura patriarcal, el machismo, que percibe a la mujer como un ser con menores derechos que el hombre, sometida a su voluntad, subordinada a sus designios, percibida como subhumana, como propiedad y como mero objeto de satisfacción sexual, que puede ser desechada en cualquier momento y ocasión. Esta escala de valores, heredada de generación en generación, no se limita solamente a hombres de condición económica y cultural baja, ni tampoco solo a las áreas rurales, trasciende a todas las clases sociales y niveles de educación formal, así en el campo como en los centros urbanos.

Estos sentimientos de rencor y desprecio se incrementan aún más cuando se trata de damas lesbianas, atacadas y marginadas por su orientación sexual, revelando así un sentimiento de odio, de misoginia.

Cuando el varón acusa a su pareja de adulterio no solo se autojustifica para castigarla físicamente, merecedora de castigos que pueden culminar con la muerte, igualmente reciben aprobación por parte de otras personas del sexo masculino, revelando así una doble moral: cuando es él quien le es infiel a ella, se percibe como una muestra de masculinidad exenta de cualquier sanción.

La violencia sexual también se manifiesta vía paternidad irresponsable, facilitada por la promiscuidad, la prepotencia, el abuso. El número de madres solteras, incluyendo crecientemente a menores de edad, va en aumento.

Cuando ella, aterrorizada, opta por llamarse a silencio, temiendo renovados tormentos, de hecho está agravando y perpetuando el sometimiento de que es víctima. Solamente si presenta formal denuncia ante los órganos judiciales competentes es que puede tener posibilidades de romper con ese círculo vicioso, esa infinita espiral.

Crecientemente, más y más mujeres optan por migrar hacia el extranjero, como única posibilidad de encontrar en otro país seguridad, libertad, dignidad y disfrute real de derechos consignados tanto en la Constitución política como en la legislación secundaria pero que, con frecuencia, quedan como meras garantías ilusorias.

Un reconocimiento a las organizaciones feministas que han logrado elevar los niveles de conciencia y unidad, además de formalizar denuncias ante los tribunales nacionales e interamericanos. Igualmente, al Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, que lleva un diario recuento estadístico de hechos violentos perpetrados contra la mujer hondureña.

Solamente cuando se alcance una real y verdadera igualdad en el disfrute de derechos, obligaciones y garantías entre los sexos, para lo cual una educación en valores en los distintos niveles de enseñanza, el ejemplo cotidiano de padres, esposos, hermanos, son indispensables y urgentes, se podrá afirmar que se ha alcanzado un real Estado de derecho en nuestra nación.