Columnistas

Políticos desprecian al pueblo públicamente

Los políticos en Honduras, no todos, pero la mayoría de ese gran número hacen la política desde los despachos, bares, restaurantes, o encuentros de comidas en haciendas, para establecer estrategias y conseguir sus objetivos, utilizando todo aquello que pueda condicionar el voto del diputado o del ciudadano, donde la manipulación y el engaño se encadenan de la mano.

Existe algo de fundamental para esta clase de políticos, dirigentes e inversionistas, es la pretensión de que la ciudadanía no piense, no reflexione y se deje llevar por la “palmadita” de hombros, choque de manos o frases publicitarias solucionadoras de sus problemas, o simplemente mediante la compra/venta del voto, la extorsión política en dinero y/o por otras manifestaciones.

Lamentablemente, en el pasado, el desprecio, el insulto, la burla de los políticos hacia los ciudadanos, era práctica circunscrita a lo privado, pero ahora, con la tecnología, los escenarios han cambiado, esos desprecios, insultos y amenazas tienen un carácter público. Lo hacen abiertamente a través de los medios de comunicación y de las redes sociales sin ningún pudor, con todo el descaro del mundo, sin vergüenza alguna.

Es bueno traer a memoria el comportamiento de los políticos de todas las instituciones políticas del siglo XXI, como un claro y ligero ejemplo el de los diputados principalmente y de los titulares de cada organización, de cuyos actos la ciudadanía, el pueblo hondureño e internacional son testigos: de la migración política, el diputado migra de un partido a otro o jugando al falso independiente burlándose de la ciudadanía que los eligió; la extorsión política; traición; desprecio a la legalidad; corrupción; impunidad; narcotráfico; fraudes electorales; venta de influencias; pérdida de la identidad individual del legislador al someterse a líneas partidarias que distorsionan los valores éticos y morales; violencia; violación a los derechos humanos; violación a los fundamentos democráticos; intolerancia; incapacidad para legislar; autoridades legislativas ilegales (24 de enero de 2022 hasta el 16 de enero de 2024); irrespeto y abuso de autoridad mediante la intromisión de los poderes del Estado; incapacidad administrativa y así una larga lista de perversos comportamientos, que evidencian axiomáticamente el desprecio, el insulto y la amenaza a la ciudadanía, al pueblo en general y a la comunidad internacional, tales hechos de estos políticos han causado el repudio y la desconfianza del electorado hondureño.

Surge la pregunta ¿por qué el desprecio, el insulto y la amenaza al pueblo? ¿Por qué se sienten seguros, muy seguros? ¿Creen que la gente va a seguirlos y votar nuevamente por ellos para volverse cómplices de sus actos perversos? Por supuesto, definitivamente no.

Tristemente, el político hondureño actual se ha convertido en un ser sin conciencia y sin sensibilidad social, cambia a placer las leyes, pretende controlar siempre la judicatura, y hace de la corrupción y de la avaricia las marcas de su identidad personal. Queda planteado.