Columnistas

La arrogancia del poder

sí tituló el senador William Fulbright el libro en el que analizó y condenó la intervención armada de su país en Vietnam, con el envío de tropas que en su punto más álgido superó el medio millón de combatientes, más tropas enviadas por sus aliados, ampliando la expansión hacia Cambodia y Laos.

Bajo las administraciones Kennedy, Johnson y Nixon, deliberadamente la versión oficial deformó los hechos históricos a efecto de justificar la invasión y continuar recibiendo el respaldo del Legislativo para el financiamiento de la guerra y sus escaladas.

El creciente rechazo a la acción bélica por parte de la ciudadanía estadounidense contribuyó a poner fin a ese prolongado enfrentamiento en el que la nación tecnológicamente más avanzada del mundo no logró derrotar a una sociedad campesina.

Aquellos gobiernos en el mundo cuya base de respaldo ciudadano y credibilidad se erosionan por sus políticas internas y externas, cuestionadas crecientemente por la comunidad local e internacional, recurren a estrategias tales como la manipulación/deformación de la información, a la intimidación y represión de sus críticos, argumentando poseer el monopolio de la verdad y “privilegio Ejecutivo” que los coloca por encima de la ley y del escrutinio ciudadano.

Descartan consideraciones éticas y morales, subordinadas a la “razón de Estado” y las “órdenes superiores”: sus cuadros administrativos se escudan en ellas para aplicar las directrices emanadas de las cúpulas oficialistas, sin remordimientos o dudas, a rajatabla.

Priorizan la secretividad sacrificando la transparencia y el debido rendimiento de cuentas, crean partidas confidenciales en los presupuestos de ingresos y egresos, sin tener que dar explicaciones respecto al manejo de los fondos provenientes del pago de impuestos y de préstamos con la banca.

La oposición política, según sea el caso, es infiltrada, hostigada, cooptada, utilizando el garrote y la zanahoria, vale decir la fuerza bruta militar y policial o los sobornos. Si concluyen que aun así crecientemente se debilitan, aplican cambios cosméticos a fin de que el sistema, en su conjunto, continúe inalterable. La táctica de pan y circo se remonta a los emperadores romanos que contentaban a la plebe con alimento y espectáculo.

Empero, llega el momento, tarde o temprano, que tales regímenes colapsan por su propio peso, por el cúmulo de yerros y aberraciones perpetradas. Ese es el caso de los imperios: surgimiento, crecimiento, auge, expansión, debilitamiento, agonía y muerte.

Unos suceden a otros pero todos se derrumban eventualmente.

El planeta hoy experimenta múltiples crisis: ecológicas, políticas, ideológicas, étnicas: la incertidumbre, la angustia existencial y la concentración de la riqueza en plutocracias constituyen los signos de los tiempos actuales.