s una ley natural de la vida y actualmente, la sociedad hondureña está cosechando malos frutos a causa de una mala siembra con semillas de mala calidad.
Clarificando el concepto anterior, el compatriota en edad de ejercer el sufragio, adoptando una actitud reflexiva debe analizar los detalles ideológicos partidarios y profundizar en la trayectoria de vida de los candidatos a cargos de elección popular, seleccionar aquellos de ficha limpia y sobre todo que sean predecibles. Sin duda alguna, los gobernantes que hemos elegido como alcaldes y regidores, diputados, presidentes y designados de la república, y, las autoridades de los institutos políticos, han traicionado la confianza de los electores.
El voto es la semilla. En esta semilla que sembramos confiadamente lo hacemos depositando nuestra esperanza y representación al candidato electo para que luche y alcance bienestar para el pueblo, pero, no ha sido así, ha traicionado nuestra confianza. Para el pueblo, la cosecha no ha sido buena, hemos cosechado por largos años frutos de: corrupción, narcotráfico, violencia, abuso de poder, impunidad, malversación de fondos públicos, sobornos, encubrimientos, violaciones a la constitución y demás leyes, fábrica de nuevas leyes para protegerse de acciones penales y para malversar fondos del pueblo, entrega de la soberanía, fractura del sistema institucional, débil y frágil Estado de derecho y se suman los fraudes electorales. Frutos malos.
Esta mala semilla sembrada a través del voto, nos ha provisto de abundantes frutos de desempleo, pobreza, miseria, hambre, inseguridad social, malos servicios de salud y educación, alto costo de la canasta básica, energía eléctrica carísima, sin agua, migraciones y como consecuencia, viviendo en la desesperanza y desdicha. Condición intolerable e inaceptable.
Desgraciadamente, las cúpulas de los distintos movimientos políticos que han surgido han venido distorsionando la buena identidad y el buen modelaje ético y moral para las nuevas generaciones, niños y jóvenes, dando paso a la cultura de la corrupción; los políticos de la clase gobernante se han convertido en un modelo negativo y perjudicial.
La situación vergonzosa por la que actualmente atraviesa nuestro país Honduras, derivado del enjuiciamiento por narcotráfico del exdiputado, hermano del presidente de la república, en la cortes del distrito sur en New York y que, de los testimonios compartidos involucran al mismo mandatario, la situación política y administrativa del país toma otro rumbo, porque tales señalamientos hacia el gobernante comprometen gravemente a toda la estructura institucional y administrativa del Estado, perjudicando la imagen de la nacion.
Las implicaciones derivadas de este escándalo de narcoactividad, debemos todos los hondureños tomar de estos malos ejemplos una gran lección de vida, para que no se repitan y construir un arsenal de estrategias para blindar y mantener la salud institucional de los partidos políticos, de la independencia de poderes, del Estado de derecho, de los operadores de justicia, de tribunales electorales, de órganos de seguridad pública de la policía y de la Fuerzas Armadas, del sistema financiero, de los sistemas de salud y educación, de nuestra agricultura y así, de un largo etc institucional.
Cierto es, al actual gobernante le quedan dos opciones el juicio político o su renuncia, espíritu que, coincide con el del pueblo de ver y estar en un cambio de gobierno, pero, llamo la atención que, en el afán del cambio, no permitamos que la negligencia y la insensatez tome control de nosotros y metamos la pata nuevamente eligiendo gobernantes que nos lleven a la misma autocracia, demagogia, narcoactividad y corrupción. Planteo para las próximas elecciones generales un “Gobierno de coalición y alianzas electorales” donde las corrientes ideológicas irreconciliables formen una fuerza electoral competitiva para ganar las elecciones y borrar de una buena vez los movimientos políticos amigados con la maldad.
En el nuevo gobierno, el o la Presidente de la República y todos los funcionarios públicos deben ser capaces, equilibrados, íntegros, honrados y enemigos de la corrupción. Porque serán ellos los que limpiarán el sistema, harán que el gobierno recupere la credibilidad y la confianza para construir puentes de inversión y lograr desarrollo y progreso de nuestra nacion. Competirá al nuevo gobierno elaborar marcos normativos con el objeto de establecer políticas de anticorrupción y crear las instituciones con personal idóneo y certificado para erradicarla. Queda planteado.