Columnistas

De Isabel a Xiomara

¡Las mujeres somos el amanecer de las cosas posibles! Es algo que siempre he creído. Justo son esas mis primeras palabras cuando me enfrento todos los días a la criminal red que se roba los destinos de este país. En todos los actos, las mujeres, sea quien sea y en lo que sea, hemos asumido el ímpetu de plantearnos otro mundo desde la fuerza de la voluntad y la certeza para lograrlo.
Honduras amaneció con nombre de mujer, porque desde los andurriales de la colonia y desde hace medio siglo solo hombres montaraces con la espada ensangrentada, guerreros de montes oscuros, cobardes radiantes, ladrones sagrados, lenguaraces periféricos, asesinos elegantes, narcotraficantes beatificados, demagogos y canallas nos han gobernado sin asco.
Hubo intentos de otras mujeres valientes que sin miedo se enfrentaron a la monstruosa maquinaria política y perdieron en las urnas o en la contada de actas; situación que año tras año hizo enorme la brecha de género, tanto que a nivel mundial solamente un 7 % de las mujeres tiene cargos de liderazgo.
En nuestra América devastada por las botas de los hombres y sus redes que tejen los dineros ocultos de nuestros países, donde el poder es una brutal carnicería contra la fuerza de la mujer y donde ningún amanecer se pone sin el permiso de los amos y señores de autoridad, donde apenas, en los últimos 40 años, solo diez mujeres retaron la encrucijada del poder de hombres y se convirtieron presidentas en América Latina.

La primera de ellas fue Isabel Martínez de Perón, quien asumió el poder de Argentina en 1974, pero fue derrocada por un golpe militar dos años después, es decir, en 1976. Desde otro extremo, Lidia Gueiler Tejada fue presidenta de Bolivia de 1979 a 1980. Para el caso de Guyana, fue precisamente Janet Rosemberg Jagan quien dirigió el país entre 1997 y 1999.
Por otro lado, Violeta Chamarro tomó el poder en Nicaragua de 1990 a 1997. Caso contrario, Rosalía Arteaga fue presidenta de Ecuador durante solo tres días de febrero de 1997, ya que el ejército la destituyó. En Panamá dejó su huella Mireya Moscoso en 1999. Por su parte, Cristina Fernández de Kirchner fue presidenta de Argentina en 2007 y reelegida en 2011. En 2010, Laura Chinchilla marcó la historia como presidenta de Costa Rica. De manera simultánea, en 2011, Dilma Rousseff ganó la elección presidencial de Brasil y Michelle Bachelet ganó dos veces las elecciones de Chile, quien estuvo del 2006 al 2010.
Ahora la gesta se dio en el corazón de América Latina, visto que Xiomara Castro arrolló a una estirpe de políticos que habían hecho carrera delictiva.

Muchas otras mujeres valiosas vendrán al llamado urgente de la historia para tomar posesión como jefas de Estado que posean liderazgo para gobernar un país que, tras Isabel Perón y Xiomara, harán que la igualdad llegue poco a poco al mundo de la política que, junto a otras mujeres en el mundo, han iluminado los escenarios del poder como Indira Gandhi, asesinada por los grandes cambios que promovía. Al mismo tiempo, tenemos a Margaret Teacher, la dama de hierro, quien doblegó a una generación de políticos rígidos en Gran Bretaña. De igual forma, a Angela Merkel en Alemania y Hillary Clinton que luchó hasta el final por ser la primera presidenta de los EE. UU.
Pero más allá de esta reciente historia, en el país ya hay posiciones opuestas, pues ya se reinventaron grupos de poder contra Xiomara que no esperaron ni que asumiera el poder y ni cien días de ejercerlo. Al final, se trata de voces cobardes, aletargadas de miseria y degradación, que ni en cien años elevaron la voz por los malos gobiernos y hoy ya dudan de que Xiomara salga bien de esta batalla.
Estas acciones lo que representan es una bajeza de la moral en torno a las responsabilidades y relaciones políticas frente a una nación que ha sido declarada en emergencia por la calamidad que dejaron los gobiernos manejados como hacienda por hombres ambiciosos, rateros y exacerbados dictadorzuelos provincianos, además de simbolizar una malversación conceptual frente a la política femenina que se emprende para cambiar el rumbo desbarrancado del país.

¡Fuerza Xiomara! Nunca había visto un pueblo tan ilusionado y tan claro de que las mujeres son el principio de los amaneceres posibles.