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'Salud” neoliberal

Según reciente estudio el costarricense vive más saludable y longevo que el norteamericano. Y según OMS el mejor sistema público de salud latinoamericano está en Cuba, donde la probabilidad de morir antes de cinco años es 6/1,000 nacidos vivos. Acorde con la revista América Economía las clínicas y hospitales más eficientes operan en Colombia, en tanto que el mejor sistema sanitario mundial es francés, con acceso a todos, sea por tratamiento público o privado. Siguen en calidad: Japón, Suecia, Noruega, Holanda, Italia.

Son tres los sistemas principales de atención médica vigentes: asistencia pública (casi caridad), instituciones de seguros y sistema nacional de salud; Honduras practica el primero, semiprimitivo.

Dice Milton Terris (NY Medical College) que 108 países (1,862 millones de gentes) reciben el sistema asistencial público; el de seguros ocurre en 23 países con 711 millones de habitantes (Europa Occidental, norteamérica, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Israel, naciones industrializadas de corte capitalista), y el tercero es socialista. El inicial asiste a quien lo consigue; al segundo lo pagan por partes los impuestos al salario y el Estado; al sistema nacional lo sostiene el Estado y cubre la totalidad de población. Costa Rica aplica modos intermedios.

Los países más adelantados dedican grandes esfuerzos a la prevención, procurando reducir las curaciones, por su mayor costo, y de allí el papel vital de la vacuna. Edifican hospitales de especialidades (España administra 88 centrales con 39,000 camas) y clínicas ambulatorias (periféricas) permanentes y temporarias. La organización médica tica, anclada a la Caja del Seguro Social, partió hace seis décadas del diseño de cuido de salud (a niveles nacional, regional y local) ingeniado por el exministro hondureño de salud Enrique Aguilar Cerrato. La Caja es institución modelo a la que financia el Instituto Costarricense de Seguros (INS).

N. Semashko, Comisario de Salud en URSS desde 1918, establece tres principios del servicio soviético que conservan validez: (1) la unidad en la organización; (2) la participación del ciudadano en el trabajo de protección; (3) las medidas profilácticas. De allí que cada policlínica fuera provista (modo “uchastok”) con dos internistas, pediatra, obstetra-ginecólogo, estomatólogo, asistente dental y enfermeras para adultos y atención materno-infantil, responsables de diagnóstico, tratamiento, promoción de salud y prevención de enfermedades. Se dan visitas domiciliarias de médicos y enfermeras, vitales para mantener contacto con el paciente y evaluar condiciones hogareñas y generar cambios a cuanto afecta la salud ciudadana. Es, rotundamente, medicina mixta comunitaria y jamás rudamente comercial, como ejercita el vil y agotado neoliberalismo.

Démosle vuelta a la falacia sanitaria y médica conservadora, compas, y tomemos noviembre como la suma oportunidad del siglo XXI. Si la moderada izquierda gana el poder y cumple su promesa de convocar una constituyente, allí podremos redefinir científicamente nuestras demandas de salud, educación, vivienda, seguridad, más, con vista inevitable al cabo del siglo, en que resplandecemos o desaparecemos.