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Haití y el efecto mariposa

En el Mundial de Fútbol de Alemania 1974, un modesto equipo de Haití enfrentó a la favorita Italia; un todavía desconocido Emmanuel Sanon escapó veloz de la defensa “azzurri”, marcó el primer e improbable gol de su país en el torneo y rompió la imbatibilidad de 1,143 minutos del portero Dino Zoff. Fue de las pocas buenas noticias que el mundo ha conocido de la nación caribeña.

El nombre de Emmanuel Sanon ha vuelto a sonar internacionalmente esta semana, no como buena noticia ni se trata del futbolista, quien murió por cáncer en 2008; hablamos del médico —que se llama igual— detenido y acusado como principal sospechoso por el asesinato del presidente Jovenel Moise, el miércoles anterior.

Haití fue el primer país de nuestra región latinoamericana en independizarse —1804— luego de una cruenta revolución de esclavos; pero los colonizadores franceses castigaron su ejemplo: con 14 bergantines y 500 cañones frente a sus costas, los obligaron a firmar una deuda como “indemnización” que tardaron 122 años en pagar.

La historia de nuestras vidas. Esa monstruosa deuda, que entonces eran 150 millones de francos, los franceses la exigían como compensación por las pérdidas de propiedades y esclavos que sus colonos tendrían con la emancipación, y ante la amenaza de guerra, los haitianos no tuvieron más remedio que firmar.

Aunque entonces eran el mayor productor de azúcar del mundo, no podían con eso; tuvieron que endeudarse, pero ¡atención!, la condición era que pidieran los préstamos a bancos franceses y a intereses desorbitados; solo más tarde cayeron también en las redes de financieras alemanas y estadounidenses. Los clavos de su cruz.

Bajo la extorsión como diplomacia de los franceses, los dirigentes de la incipiente nación haitiana cargaron con durísimos impuestos a su población, no pudieron continuar con los programas de escuelas públicas ni la atención sanitaria adecuada, y la infraestructura nunca fue posible por los siglos. Conclusión: el país más pobre de América y de los peores del mundo.

La suma de todas esas ancestrales miserias tiene que dejar una sociedad convulsa, inconforme, empobrecida, enojada, desmoralizada, en fuga. Las noticias repetidas son golpes de Estado, inestabilidad política, inseguridad y una vulnerabilidad mortal frente a huracanes y terremotos. Con las diferencias, si a alguien le suena a historia conocida, que levante la mano.

Como el efecto mariposa, si concatenamos los acontecimientos de dos siglos de pobreza, vileza, injusticia, desigualdad, barbarie, ocupación y catástrofes, llegaremos hasta la madrugada del miércoles, cuando el comando asesinó al impopular presidente, no para hacer justicia o cambiar las cosas, si no en busca de los tesoros que aún guarda esta maltratada nación.

Por aquí pasan, y pasarán muchos más haitianos, huyendo de la infame esclavitud heredada, que solo cambió de forma y ejercicio. Que encuentren solidaridad.