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Los primeros al otro lado del río

Hoy puede ser un gran día, donde todo está por descubrir” canta Serrat, y es que este viernes puede serlo para decenas de emigrantes que conseguirán paso legal hacia los Estados Unidos, por el cambio de política del presidente Biden; pero les advierten que no sigan yéndose, porque la frontera sigue cerrada.

Hace un año, el presidente Trump decretó los Protocolos de Protección Migratoria (MPP), suena bien, pero es una ley embaucadora, que obliga a las personas que buscan asilo a quedarse en México el tiempo necesario, hasta que les resuelvan su caso, digamos que significa casi nunca.

Entonces México se llenó de visitantes, no de los turistas que esperaban en Los Cabos o en Acapulco, sino de miles de desesperados que escapan de la violencia, miseria y exclusión de tierras centroamericanas, muchos de ellos -desafortunadamente- hondureños, que hace décadas comenzaron su éxodo, sin prisa, pero sin pausa.

Matamoros es una ciudad en el estado de Tamaulipas; se puede ir caminando a la frontera, pero la cerca es infranqueable, y al otro lado, malhumorados guardias fronterizos están al acecho como lebreles, por si a algún agotado, hambriento y desastrado emigrante se le ocurre saltar.

Allí están varados miles de emigrantes -tantos hondureños- que esperaban inútilmente a que Trump les aceptara el asilo; hacinados en deplorables campamentos de todo peligro: violaciones, asaltos, robos, desaseo, frío, hambre, enfermedades; algunas organizaciones humanitarias creen que están peor que refugiados de guerra en Irak, Yemen o Bangladés.

El presidente Biden le dio a la embajadora Roberta Jacobson un trabajo complicado, y si uno tiene un poco de sensibilidad humana, es una labor ingrata: revisar los casos y decidir quién pasa y quién no, de tantos desheredados que buscan resolver al otro lado del río.

Para aligerar la carga, la asesora especial del presidente dice que diseñan otros programas que permitirán la entrada legal, controlada y humanitaria de muchos otros emigrantes a los que Trump solo les enseñó los dientes, los señaló con el dedo como criminales y les apuró el muro.

Tratarán de apresurar unas 25,000 solicitudes de asilo pendientes de los emigrantes retenidos bajo el imperativo de Trump de “Quédate en México”; y comenzarán a pasar a partir de hoy, con cita y examen de coronavirus; primero los enfermos, los que lleven niños, los amenazados, los que tienen años esperando.

Desde que Biden asumió la presidencia aumentaron los emigrantes, animados por la nueva era migratoria, pero dicen allá que no caben todos, que se queden donde están, que el peligro del trayecto es el mismo y el muro todavía existe, incluso, la mayoría que ya tiene solicitud no pasará.

Queda pendiente venir por acá a sofocar las causas de la migración: pobreza, desigualdad, corrupción, inseguridad; culpa de nuestros gobiernos de toda la vida y algo de los de ellos.