Columnistas

El águila y el dragón

El profesor Víctor Bulmer Thomas, docente en la London University, es conocido en los círculos académicos ístmicos por su libro, traducido al español por el BCIE, “La economía política de Centroamérica desde 1920” (1989). Es autor, entre otras obras, de The Economic History of the Caribbean since the Napoleonic Wars y The Economic History of Latin America since Independence. Su más reciente aporte se intitula Empire in Retreat: The Past, Present, and Future of the United States (2018). Ofrece una detallada investigación de la expansión territorial de Estados Unidos hacia el oeste, sur, suroeste, noreste, a expensas de las tribus indígenas y México, vía guerras, y mediante compras a España, Francia, Rusia, aumentando progresivamente su núcleo originario centrado en la Nueva Inglaterra hasta llegar a tener costas tanto en el Golfo de México como en el Pacífico. Ya en 1823 había emitido la Doctrina Monroe, advirtiendo a Europa que no podía intentar reconquistar sus posesiones en América. A partir de 1898, al derrotar a España, adquirió sus últimas colonias: Cuba, Puerto Rico, Filipinas, Guam. Previamente habíase anexado Hawái y accedido a los mercados chino y japonés, celebrando tratos comerciales con la cláusula de nación más favorecida. Sostiene que Estados Unidos ha sido un imperio en expansión a partir de 1783, utilizando, además de las armas y bases militares (una de ellas Palmerola), la creación y control de instituciones: ONU, Unión Panamericana (posteriormente OEA), Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, BID, BIRF, y “actores no estatales”: iglesias, fundaciones, ONG, multinacionales. Para la década de los 2030 el imperio estadounidense cumplirá 250 años de existencia. Así, además de colonias, posee Estados clientes cuya soberanía es muy limitada, subordinada a los designios e intereses de Washington. Empero, hoy es un imperio en retroceso, debiendo competir por áreas de influencia global con China, que mediante inversiones y comercio crecientemente se proyecta en el planeta. Este conflicto de imperios debe inscribirse en la tendencia histórica de emergencia, consolidación, crisis, decadencia, que crea vacíos de poder y liderazgo llenados por otras potencias. La negativa estadounidense a aceptar que es un imperio la ha reemplazado con sinónimos, enfatizando el “excepcionalismo” que la diferencia de otros imperios anteriores, todos buscando hegemonía a expensas del Tercer Mundo. Concluye sosteniendo que el crepúsculo imperial estadounidense, resultado de factores más internos que externos, puede resultarle beneficioso, ya que fortalecerá al estado-nación, orientando recursos, energías, talentos, hacia sus crecientes problemáticas y tensiones internas, que deben ser enfrentadas para detener el deterioro creciente de las clases media y baja en sus ingresos y condiciones de vida, al igual que el deterioro ambiental e infraestructural. Si logra resolver esos dilemas de desarrollo desigual, excluyente, que concentra riqueza y poder en menos del 1% poblacional, resultará fortalecido.