Columnistas

Verano sin precedentes

urante el anterior y presente siglo no se había presentado un verano como el actual, el cual aquí lleva más de once meses, causando estragos en la floresta y la fauna.

En el periodo mencionado, nuestros mayores nunca vieron secarse los principales ríos, a excepción de las quebradas y afluentes, cuyas riberas, desde la segunda mitad del siglo pasado, comenzaron a descombrar los ganaderos para sembrar zacate hasta sus orillas.

Hoy, continúan talando en los meros nacimientos de agua nuevos ganaderos que han venido del occidente del país y de otras regiones sin que haya autoridad alguna que los detenga.

Personas consultadas -hombres y mujeres en edades de cien a ciento dos años- nunca vieron un verano como el actual. En este periodo tampoco se había registrado tanto muerto de cáncer y de alta presión arterial en habitantes de la tercera edad. Desde las ocho de la mañana, el calor comienza a sentirse, la gente al solo salir del baño suda a chorros. El agua es traída por muchos en tambos o drones de los dos ríos otrora caudalosos. Los ventiladores arrojan aire caliente y los pocos que tienen aparatos de aire acondicionado no se atreven a encenderlos por el alto costo de la tarifa eléctrica.

Los ganaderos se ven obligados a usar trocos adheridos a sus pick-up o camionetas de doble tracción para transportar de otras zonas alimento para su ganado (pacas, coquillo, concentrado, zacate, matas de maíz secas, gallinaza y otros) porque los potreros están pelados y los frondosos bosques de jamacoao han desaparecido por la permanente deforestación. Todo esto se aduce que es consecuencia del calentamiento global y no se resolverá si el ser humano no cambia de conducta en su hábitat, por lo cual cada uno debe cambiar radicalmente su tren de vida. Quizás hasta llegar a modificar su horario de trabajo al igual que cambiar el sistema de trabajo para cultivar y criar sus animales, de lo contrario, los pobladores se verán en peores problemas que los sufridos en la presente época.