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Lecciones de filosofía política (II)

La semana pasada comencé comentando algunas ideas sobre un curso de filosofía política al que asistí recientemente. Las ideas no son mías, las tomo prestadas del Dr. Rafael Alvira que al momento en que escribo estas líneas estará viajando de regreso a Madrid. Estuvo con nosotros un poco más de un mes y hemos de agradecer su dedicación y sabiduría volcada en muchas actividades formativas con toda clase de personas, desde familias, políticos y académicos hasta un grupo de profesionales que venidos de varios puntos de Centroamérica compartimos con él uno días inolvidables.

Había mencionado que solamente el amor da la mirada capaz de conocer adecuadamente. La verdad sobre la política solo es accesible a los que aman la política. Sin amor el conocimiento se queda en mero instrumento, esto es en el caso de la política una distorsión hacia un fin que no es el suyo propio. Para gobernar bien tienes que saber amar. Sobre todo porque el gobierno se refiere al bienestar de las personas. Te quiere verdaderamente el que te hace mejorar.

El buen gobierno está lejos de la adulación y de la complacencia fácil porque ambas parten de la falsedad. Todo el que gobierna lo hace por una potestad recibida. En el caso de los padres, el hecho de engendrar les concede de parte de Dios la potestad de educar a sus hijos. Sin embargo, la autoridad se debe ganar. Esta viene del prestigio al desempeñar el oficio y al mismo tiempo por el cariño hacia las personas. Existen cuatro aspectos o dimensiones trascendentales que están presentes en todo acto social. Estos son: con relación al espacio se encuentra la civilización. En relación al tiempo, la historia. El trascendental social que hace referencia a la interioridad es la educación y, por último, la dimensión exterior social es la cultura.

No existe una sociedad que no tenga un orden en función a un determinado criterio. Puede ser un orden interno o externo dependiendo de sociedades que tengan mayor o menor grado de comunión. La civilización es un orden espacial, comienza cuando se establece una “polis” y se refiere al lugar en el que estoy ubicado con relación a los demás.

El hombre tiene capacidad de memoria. El sentido profundo de la historia se refiere a lo que Platón llamaba la memoria del corazón. Todo acto humano tiene una dimensión social e histórica. Como decía Louis de Bonald, todo hombre, lo quiera o no, está construyendo o destruyendo la sociedad con sus actos.

La filosofía política se interesa en el gobierno. Aunque la filosofía política teórica se enfoca para su estudio hacia lo gobernado. Es decir, su objeto propio es el estudio es la sociedad. El hombre es un ser social y racional. Llamado por naturaleza a la comunicación. Si esta es auténtica, genera comunión. Las diferentes formas de comunicación dan origen a diferentes formas de diálogo. Mediante el diálogo llegamos al grado más alto de comunión social que es la amistad. Cuando existen relaciones de amistad y de confianza en cualquier grupo o sociedad es que se obtiene un orden interior. Todo orden interior se refleja en un orden exterior de alguna forma. El orden exterior impuesto a la fuerza es antinatural y explota con el tiempo. La amistad es fundamental entre los ciudadanos para que exista un orden interior en la ciudad. De lo contrario, nadie confía en nadie, no queda más alternativa que el control que es una forma artificial de sostener el gobierno.