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Lecciones de filosofía política

Tuve el privilegio de compartir tres semanas con un gran maestro participando en un curso de filosofía política. Rafael Alvira, antiguo rector de la Universidad de Navarra. Nos llevó en un apasionante viaje por las principales corrientes y autores del arte de gobernar y generar bienestar. En sus amenas clases vimos desfilar autores como Platón, Aristóteles, santo Tomás de Aquino, Rousseau, Voltaire, Hobbes, Kelsen, Maritain y Spaemann, por mencionar algunos.

Al escuchar sus sabias lecciones, pensaba en la utilidad de estas ideas para muchos que ejercen el noble oficio de la política en Honduras. Las múltiples referencias históricas y de otras sociedades me llevaron a pensar en los problemas de nuestra sociedad que se nos antojan nuevos e insuperables. Las referencias a otras épocas y sociedades me hicieron ver que no existe nada nuevo bajo el sol.

Muchos problemas políticos parten del desconocimiento de los principios básicos sobre la naturaleza de la persona, la familia y la sociedad. El estudio sobre el arte del buen gobierno no se improvisa. Reproduzco algunos apuntes personales basados en sus ideas. Por razones de espacio serán solo un esbozo del contenido de este brillante curso.

La expresión filosofía política resulta un tanto extraña. Para comenzar, algunos consideran que la política en nuestros tiempos no funciona bien. No es cómo debería ser. Existen políticos, que ejercen alguna clase de actividad. Sin embargo, se percibe un descontento de alguna forma generalizado en cuanto a la forma de hacer política.

Por otra parte, la filosofía estudia el ser de las cosas. Para nuestro análisis se pueden distinguir tres niveles filosóficos: el parecer, el ser y el deber ser. El filósofo estudia lo que todo el mundo da por sabido. En el caso de la política, muchos dan por supuesto que saben de qué están hablando. La misma palabra política es usada y adueñada por muchos con un significado completamente diferente al empleado en el pasado. Necesariamente es así en el caso de las palabras que cambian en su significado con el paso del tiempo. Sin embargo, a pesar de que nos podemos apropiar de las palabras, no sucede así con los conceptos. No podemos adueñarnos de ellos. En todo caso, podemos analizarlos y estudiarlos para descubrir su significado.

Por ejemplo, si estuviéramos en el desierto, tal vez nos podría parecer que vemos un oasis. Estaríamos aquí en el nivel de la apariencia. Del fenómeno. Puede tratarse de un simple espejismo. Ocurre igual con la política. Algunos parecen políticos porque ejercen lo que ellos entienden por política. Pero muchas veces descubrimos que esto es solo apariencia. No pasan del mero parecer. Para descubrir el sentido de la política debemos subir al nivel del ser, esto es definir qué es la política y, sobre todo, de acuerdo al pensamiento clásico, pasar al nivel más importante del deber ser.

Para subir estos niveles es necesario el amor. Solamente conoce de verdad el que ama. Todo conocimiento que no se basa en esta mirada amorosa instrumentaliza.

La filosofía, amor a la sabiduría como definía Pitágoras, nos aporta una mirada potente que acerca a la verdad. Si te gusta y amas la política tal vez puedas ver la verdad sobre ella.