Columnistas

Desafíos de la política energética de Honduras

Es injusto y repudiable que si nuestros ríos y quebradas son un bien público solo se beneficie, de nuestros recursos naturales, un cerrado sector económico, en detrimento de la mayoría, que al financiar campañas de la clase política corrupta logran en compensación, entre otros, contratos amañados a diestra y siniestra y hasta sin licitaciones, divorciando, cada vez más, sus intereses particulares de la genuina voluntad de propiciar el desarrollo del país. No es necesario que nos estafen para beneficiar al capital nacional y transnacional.

El anuncio oficial realizado por la CREE (Comisión Reguladora de Energía Eléctrica) respecto al aumento de un 10% más sobre los anteriores y continuos incrementos a la tarifa del servicio de energía eléctrica viene a sobrecargar la atmósfera de incertidumbre, angustia y aflicción que debilita, día a día, la salud mental y física de la mayor parte del pueblo hondureño, ya severamente golpeado por las consecuencias de la impunidad, inimaginable corrupción estructural, violencia, ignorancia, altísimo desempleo, precarización laboral, empobrecimiento, miseria y enfermedad.

Ciertamente, el impacto de este grosero y abusivo incremento afecta a la ya raquítica economía nacional generando muchísima preocupación en diversos sectores, expresada públicamente, tales como el industrial, transporte, agropecuario, etc.

Con estas tarifas se reduce la sostenibilidad y competitividad del sector productivo de tal manera que los costos de producción y de vida, como la canasta básica, el costo de medicamentos y otros se incrementarán notablemente arrinconando en un callejón, profundamente oscuro y sin salida, al pueblo y empresas decidiendo dentro de él la vida o la muerte al elegir entre pagar esa asesina factura o cerrar fuentes de trabajo, dejar de alimentarse y / o comprar las medicinas.

Es una crueldad de quienes tienen el sartén por el mango, por ahora. Siendo la ENEE una empresa estatal, monopólica y rentable en su tiempo, y actualmente la institución a la que se le asigna mayores recursos del Presupuesto General de Ingresos y Egresos de la República, el principal sello de su fracaso, intencionado para privatizarla sin lugar a dudas, es la incapacidad y corrupción administrativa.

Ha sido y permanece sometida a crisis por políticos cuyos intereses no son los del pueblo, a deudas ancladas en esos contratos de generación leoninos, a impúdicas condonaciones a una clase económicamente acomodada.

Por más de veinte años, la generación de energía térmica se realizó “sin medidores de frontera”, los cuales contabilizan la energía de entrada de los generadores conectados a las redes de distribución en los circuitos que a su vez constituyen la red de transmisión, de tal manera que la ENEE funcionó a ciegas todos esos años generando enormes pérdidas; no tenía forma de saber cuánta energía entraba de cada generador y pagaban lo que el contrato estipulaba aunque el generador estuviese apagado.

Un análisis profundo de esta anómala situación, realizado por expertos, deberá servir para calcular valores de retorno a ser pagados por las empresas generadoras al Estado de Honduras.

La ENEE ha erogado miles de millones de lempiras a “empresas generadoras de maletín”, que nunca han generado un tan solo kilovatio de energía, bajo la figura del “costo fijo de instalación” y que aunque no generen debe pagarles para cuando “se les necesite”.Esto suena a estafa continuada.

¿Sabía, pueblo hondureño, que absurdamente con el pago de nuestros impuestos, las generadoras térmicas gozan de prebendas tales como el subsidio de combustibles y el mantenimiento de sus plantas? Inaudito.

Según datos de la Empresa Energía Honduras, del millón novecientos mil clientes a nivel nacional, hay cuatrocientos mil de ellos sin medidor de energía instalado y muchos están dañados por la falta de cumplimiento de la ENEE.

De los últimos seis gobiernos que hemos tenido, y varios gerentes de la ENEE, a cual más incapaces y corruptos, solamente ha habido un gobernante que a los cuatro días de haber sido investido Presidente de la República, en el primer Consejo de Ministros, el 31 de enero del 2006, declaró el Estado de Emergencia del Sector Energético iniciando las primeras medidas que no le permitieron continuar, infortunadamente para el pueblo, sobre todo para las 603,000 familias empobrecidas beneficiadas.

Esta tenebrosa realidad, que ya cuenta con proyectos eólicos y solares, todavía más caros que las térmicas, nos obliga a organizarnos para emplazar y exigirle a cada diputado/a, en todo el país que cumplan con sus obligaciones, que trabajen, que interpelen a la CREE, que revisen y deroguen esos contratos buitres, que no sean más cómplices de la corrupción y le devuelvan a quienes han confiado en ellos la luz que da vida.

Finalmente, los operadores de justicia están obligados a investigar a los responsables del fracaso de la ENEE, para encontrar las evidencias claras de la corrupción.