A pocos días de realizarse el proceso eleccionario en Estados Unidos, es oportuno recordar su funcionamiento.
Son elecciones indirectas ya que es un Colegio Electoral, cuyos integrantes son escogidos por los votantes en cada uno de los cincuenta estados de la Unión el día de los comicios, quienes se reúnen y seleccionan oficialmente al ungido como Presidente de la nación. La selección se hace por mayoría absoluta de votos (270) entre los 538 electores.
Así, el ganador de la Presidencia de la República no es resultado de la sumatoria del voto popular: el total de los votos electorales de cada estado se asigna al candidato que haya ganado allí con la mayoría relativa del voto popular dentro de ese estado. El Colegio Electoral ha sido calificado de “una reliquia constitucional del siglo XVIII”.
Los estados con mayor número de votos electorales, de acuerdo al número de habitantes, son: California, Nueva York, Texas, Florida, Pensilvania, Michigan, Carolina del Norte y Virginia.
Además de elegirse al Presidente, también se eligen a senadores, diputados, gobernadores y alcaldes. En la administración del demócrata Obama, la oposición controla ambas ramas del Legislativo, lo que ha impedido que varios proyectos presidenciales hayan sido aprobados, dada la intransigencia republicana, cada vez más derechista.
Un elevado porcentaje de abstencionismo en la elección presidencial refleja el desencanto ciudadano con ambos partidos políticos y con el gobierno federal, aquellos percibidos como instrumentos de los poderosos intereses corporativos antes que receptivos a las aspiraciones ciudadanas, este visto como ineficiente y derrochador. Además, el ejercer el sufragio es optativo, no obligatorio, sin imponerse sanciones a quienes se abstienen de votar.
Ya en 1996 el politólogo Thomas Mann concluía: “Es muy desalentador ver cuánto se han desplazado los estadounidenses del escepticismo saludable al cinismo corrosivo con respecto al gobierno y la política”.
Los costos de la elección presidencial y legislativa son cada vez más elevados, desde que la Corte Suprema abolió los techos de financiamiento, lo que significa que los candidatos deben contraer compromisos ineludibles con los grandes aportantes, lo que significa que la plutocracia va desplazando a la democracia, incrementando la alienación ciudadana. En la actual campaña presidencial, 158 familias son responsables de casi la mitad del dinero recolectado por Clinton y Trump, una concentración de donantes sin precedentes en la era moderna estadounidense, indicativo de la creciente concentración de la riqueza en una muy reducida élite.
El sistema electoral está estructurado de manera tal que favorece al bipartidismo en perjuicio de terceras opciones políticas, imponiendo una serie de requisitos que frenan los intentos por desafiar exitosamente al duopolio existente.
*Historiador