Todo el mundo se detenía el miércoles frente a la pequeña casa de ladrillos de Carlos Luis Arredondo para escuchar lo que tuviera que decir sobre las explosiones en el maratón de Boston.
Llegaron periodistas desde lugares tan lejanos como París, numerosos amigos y vecinos, e incluso dos agentes del FBI.
De la noche a la mañana, Arredondo se ha convertido en un recordatorio viviente tanto del horror como de la valentía presenciados el lunes, cuando dos bombas estallaron en la meta de la prueba atlética.
Arredondo, ciudadano estadounidense nacido en Costa Rica, pacifista y ocasionalmente taxista y camionero que estaba observando la carrera en la línea de llegada, corrió hacia las víctimas. Fue entonces cuando una foto de The Associated Press lo captó empujando una silla de ruedas con una persona que perdió la mayor parte de la parte baja de sus piernas en el ataque.
'Estuve un instante en estado de conmoción y después me di cuenta de que debía ayudar', dijo Arredondo en una entrevista en su casa en el sudoeste de Boston. Agregó que es voluntario de la Cruz Roja entrenado en primeros auxilios.
Su sombrero de vaquero y sus comentarios a la prensa, así como otras fotos en que se ve rescatando a la víctima Jeff Bauman hijo, le confirieron notoriedad y la atención del público. Los reporteros buscaron hechos dramáticos en su historia y los amigos le dieron palabras de aliento.
Los agentes del FBI, dijo Arredondo, le hicieron preguntas rutinarias en busca de hechos que pudieran ayudarles a resolver el crimen. ¿Podían Arredondo y su esposa, Melida, recordar dónde habían estado durante la carrera? ¿Dónde estaban exactamente cuando estallaron las bombas? ¿Qué vieron? ¿Qué hicieron?
Después de unos 40 minutos, los agentes se fueron sin hablar con la prensa. Arredondo dijo que le indicaron que volverían a contactarlo más tarde. Ante las preguntas de los periodistas, los agentes les dijeron que las remitieran a su oficina, donde no fue posible localizar a nadie que formulara declaraciones el miércoles por la noche.
Sin embargo, Jason Pack, un vocero del FBI en Washington D.C., dijo en un correo electrónico que la agencia no hace declaraciones sobre su actividad investigativa.
Arredondo indicó que la policía de Boston había ido a verlo el martes y le pidió algunas pertenencias personales en nombre del FBI, que realiza la investigación. Le dio los zapatos, pantalones y camiseta que usó durante la carrera, así como cuatro fotos que tomó inmediatamente después del ataque.
No dio detalles sobre lo que los investigadores esperan hallar en su ropa, y sólo dijo que se llevaron algunos artículos 'que necesitan evaluar'.
'Nos alegra mucho ayudarles en lo que podamos', agregó, de pie junto a su esposa.
La desgracia ha tocado en más de una ocasión la puerta de Arredondo en sus 52 años de vida, en los que ya ha estado bajo la atención del público.
Cuando en el 2004 varios infantes de Marina fueron a su casa en la Florida para informarle que su hijo mayor, el soldado de primera Alexander Arredondo, había muerto por los disparos de un francotirador en Irak, el dolido padre, fuera de sí, rompió las ventanillas de la camioneta que traían, se subió al vehículo y le prendió fuego. Los infantes lo sacaron con quemaduras graves.
Más tarde afirmó que había encendido el fuego accidentalmente y no para suicidarse.
En el 2011 su hijo menor, Brian, con adicciones y deprimido por la muerte de su hermano, se suicidó.
'Ambos nos negábamos a reconocer que teníamos problemas mentales', dijo Carlos Arredondo en el funeral. De acuerdo con el periódico Boston Globe, se hospitalizó voluntariamente para recibir atención psiquiátrica.
Durante años, Arredondo ha participado en activismo antibélico y en grupos de veteranos, por lo que mucha gente en el área de Boston ya está familiarizada con él. Dijo que fue al maratón para reunirse con un grupo de efectivos de la Guardia Nacional y familias de militares que vitoreaban a los corredores y repartían banderas de Estados Unidos.
El miércoles vestía una chaqueta del maratón del año pasado y traía dos pequeños prendedores en el pecho, cada uno con una foto de sus hijos.
Agregó que dos corredores habían participado en el maratón de este año en memoria de sus hijos.
Bauman hijo, el hombre de 27 años que aparece en la fotografía en la silla de ruedas mientras Arredondo lo empuja, había acudido a la carrera para vitorear a su novia.
'Simplemente no puedo explicar qué es lo que está mal con la gente en la actualidad, para hacerle esto a la gente', escribió su padre, también llamado Jeff Bauman, en Facebook. 'Realmente estoy empezando a perder la fe en nuestro país'.
Algunas personas que conocen a Arredondo dijeron el miércoles que no les sorprende que haya ayudado a las víctimas en el maratón.
'Es un tipo increíble. Ha pasado por muchas cosas (duras)', dijo su vecino Andrew Burton. Indicó que Arredondo se ha mantenido muy abierto a los demás y atento a sus necesidades, a pesar de las experiencias tan terribles que ha padecido.
'Simplemente vio algo que había que hacer, y lo hizo', dijo Bob Funke, veterano de la guerra de Vietnam, un amigo suyo que pasó a saludarlo. 'Es ese tipo de persona'.
Arredondo reconoció sentirse un poco nervioso por toda la atención que recibió el miércoles, y dijo estar preocupado por su propia seguridad y la de otros 'porque no sabemos quién provocó este atentado terrorista'.