Siempre

Artículo de Octavio Carvajal: Leyes de retrete

Cualquier vago azorra con pistola o armas automáticas a quien se le ponga en su camino porque la autoridad es floja, cobarde o su padrino

18.10.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Cámaras en calles y avenidas de todo el país fían cómo temibles bandidos en autos pompa y con ululares matan a sangre fría frente a los mandos.

Aquí las leyes sirven para violarlas y consentir a sus violadores. Llevamos años viendo la forma abusiva en que amos o choferes, de pronto prejuzgamos, hijos de grandes, funcionarios o peligrosos bandidos, activan ilegalmente el ulular y las luces de sirenas de sus autos para quitar del camino a quien les venga en gana. Nadie se inmuta con fueros de retrete.

En Tegucigalpa, San Pedro Sula, Copán, Lempira, El Progreso, Yoro, El Paraíso, Tocoa, Olancho, Choluteca, Atlántida y donde sea, saltan, de la nada, pinches mortales. Modelan vehículos pompa, blindados o no, escoltados o no, sonando sus bocinas, encendiendo faroles intermitentes “prohibidos” por estatutos tomados de letrinas por abusivos.

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Bichos

No es de extrañar que las leyes sean duras para las mayorías y adorno para pocos, incluidos ciertos periodistas, excusados de que “corren peligro” y no que son un peligro para la sociedad. El país al revés por quienes juran tenerlo al derecho. Policías y militares cuidan a estos dignos ciudadanos (por no decir parásitos) con tributos nuestros, pero “el tarifado soy yo”.

No obstante, cualquiera se aterra viendo, oyendo el ruido estridente de dispositivos puestos en sus automotores para forzar el remedo de leyes a vista y paciencia de todos o, de pronto, con la venia de los mandos. Se supone que estos aparatos solo pueden ser usados por escoltas del Presidente de la República, del titular de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) o del Fiscal General, entre otros.

País de locos. Fatuos, de puro corral, activan el sonido de módulos que, insistimos, solo oficiales plenamente identificados deben usarlos, si es necesario. Vivimos altivos siendo mayúsculos cerriles. En países del primer mundo estas sirenas generalmente solo las traen los cuerpos de socorro y policiales. Aquí, es al bofetón; debemos pedir socorro al ver tontos con pisto o con poder frotándose el arco del triunfo con la ley.

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Chueco

Surgen o nos asaltan nutridas dudas del accionar de los “cuerpos del orden” que cogen y dejan ir o auxilian a inútiles o forajidos. Nadie está por encima de la ley, a menos que al secretario de Seguridad, Julián Pacheco, y su séquito, le importe un pito que policías y militares no activen su pito para meter al bote a quienes porten pitos y luces ilícitas. Será que su eslogan es ¡los chuecos somos más! Aló, ¿don Julián?

¿A cuenta de qué o para provecho de qué cualquier penco debe portar o usar aparatos que se supone son oficiales? Nos harta la corrupción y, de remate, el desorden mimado desde las alturas. El comisionado Velásquez, director de Tránsito, parece ser otro gomoso frente al abuso. O ustedes están para imponer el orden o son, sin temor a errar, cómplices de un cerro de pícaros que matan en sus narices desde lujosos autos provistos de estos mecanismos prostituidos.

Imperdonable que cualquier perico de los palotes violente o les doble el garrote a ustedes. Si las leyes son para cumplirlas, no se hagan los locos porque eso los hace tapaderas, jefes o siervos de los delincuentes, o el retrete de parásitos de traje y corbata.