Washington, Estados Unidos.- Carlos Bernardo Cherniak, embajador de Argentina, cuestionó que el gobierno de Honduras enviara al consejero Marlon Ochoa, "un famoso por festejar ante un ataque vandálico a una embajada", a una sesión extraordinaria del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), que busca garantizar la transparencia.
Durante sus siete minutos de participación, el embajador argentino lamentó que las elecciones en Honduras se estén llevando a cabo en medio de fricciones y tensiones políticas.
En cuanto a la delegación hondureña conformada por magistrado del Tribunal de Justicia Electoral (TJE), Mario Morazán, el vicecanciller Gerardo Torres, el consejero del Consejo Nacional Electoral (CNE) Marlon Ochoa y el embajador Roberto Quezada, Cherniak se refirió específicamente al tema de Ochoa.
El representante de Argentina alegó que, en lugar de mandar a "famoso por sacarse un autorretrato que lo muestra festejando frente a un ataque vandálico a la embajada de un país miembro de esta organización", tendría que haber sido enviada la presidenta del Consejo Nacional Electoral, ocupando el cargo Ana Paola Hall .
El cuestionamiento del argentino ocurre en alusión a las protestas de 2017, donde en Honduras, la entonces oposición (a la que pertenecía Ochoa), protestaba contra un supuesto fraude electoral que dio como ganador de las elecciones a nivel presidencial al expresidente Juan Orlando Hernández, quien se reeligió. En medio de las manifestaciones, un grupo de personas incendió la entrada de la Embajada de Estados Unidos en Tegucigalpa y Marlon Ochoa aprovechó para tomarse una fotografía en ese lugar, como celebrando el acto vandálico.
Declaraciones íntegras
Tomamos nota de que el jefe de la misión electoral de la OEA está desplazado en Honduras desde el miércoles pasado; no está convocado para actualizarnos sobre la situación en el terreno.
Y sinceramente creo que es una pena, porque sería muy relevante. Resulta normal que en los procesos electorales se produzcan fricciones políticas. Sin embargo, existen en el caso hondureño ciertos elementos inéditos que están provocando tensiones institucionales; este tipo de fricciones no las hemos visto en otros procesos electorales presidenciales en nuestra región.
Y cito solo como ejemplo los casos de Uruguay, Bolivia y Chile, que fueron los últimos, y como todos sabemos, el gobierno nacional es, en definitiva, el garante indelegable del proceso electoral transparente y limpio.
Con todo respeto a la decisión soberana de mis colegas de Honduras, me permito decir que quizás hubiera sido más apropiado, a los fines de contar con más elementos de juicio sobre la situación, haber convocado, para representar a la institucionalidad electoral independiente en Honduras, al presidente del Tribunal de Justicia Electoral y a la presidenta del Consejo Nacional Electoral, que a una persona que resulta tristemente famosa por sacarse un autorretrato que lo muestra festejando frente a un ataque vandálico a la embajada de un país miembro de esta organización.
Imagínense ustedes, por un minuto, que alguien que participa en un acto vandálico contra una de nuestras embajadas lo recibamos en nuestra casa de la democracia de las Américas, hablando de manera independiente de elecciones transparentes y limpias en su país.
Me he referido a hechos inéditos en Honduras, verificados por las autoridades electorales, y que son la razón —y no otras— que motivaron la convocatoria de este consejo extraordinario.
Entre varias otras, me permito mencionar la paralización deliberada del pleno, mediante la negativa a sesionar por parte de un magistrado propietario y suplentes afines a un partido de gobierno; declaraciones públicas difamatorias que buscan erosionar la credibilidad del tribunal; ingreso irregular de agentes del Ministerio Público a instalaciones del Tribunal de Justicia Electoral; situaciones de hostigamiento, vigilancia y presión indebida hacia magistrados; la promoción de acciones de antejuicio y procesos penales dirigidos a afectar decisiones jurisdiccionales adoptadas. Todos hechos inéditos.
Se da, en general, una alteración del orden constitucional, caracterizada por el mantenimiento del Congreso Nacional en receso en términos incompatibles con la Constitución hondureña; la suplantación del Congreso mediante la creación de una comisión permanente, concentrando atribuciones indelegables en un órgano sin legitimidad de origen; el prolongado estado de excepción que limita derechos fundamentales en un periodo electoral.
En adición a ello, y tan grave como lo expresado, está la expansión del rol de las Fuerzas Armadas más allá de los límites definidos en la Constitución de la República, lo que pone en jaque la integridad requerida del proceso electoral.
Pareciera que todos estos hechos no solo llamaron la atención a los copatrocinadores de este consejo extraordinario, sino a varios actores más.
La declaración de la misión electoral de la OEA en Honduras llamando a garantizar condiciones adecuadas para el trabajo de las autoridades electorales, por entender que las acciones anunciadas por el Ministerio Público de Honduras debilitan la autonomía de las autoridades electorales.
Señor presidente, existe un elefante en esta sala, aunque se quiera fingir demencia. Consecuentemente, solicitar un consejo extraordinario frente a tanta preocupación adentro y afuera de Honduras no puede ser considerada una operación política ni tampoco un juicio, representa una oportunidad para que todo el hemisferio conozca las preocupaciones existentes y que Honduras pueda clarificar estas situaciones y reafirme su compromiso de asegurar un proceso electoral transparente, sin interferencias, sin manipulaciones en el proceso electoral.
Estoy convencido que este consejo extraordinario debe de ser considerado como una acción de diplomacia preventiva por parte de la OEA, que permita ratificar el respaldo de todos los momentos de la Misión de Observación Electoral de la OEA en Honduras, y dejando en claro un mensaje que tiene que tronar en todo el continente: no existe espacio para procesos electorales amañados o la manipulación de los resultados electorales, violando la soberanía popular, y no me estoy refiriendo a ningún país en particular. Estoy convencido de que si el instrumento de la diplomacia preventiva lo hubiéramos usado en el caso de Nicaragua y Venezuela, probablemente no habríamos visto la carta democrática violada.