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Esclava sexual

'Me convertí en su esclava sexual. Me violó durante cinco años', relató la joven identificada como Safia al diario francés.

17.11.2011

Con tan solo 22 años, confiesa que Muamar Gadafi ha destrozado su vida. Pese al miedo de una posible persecusión, una joven identificada como Safia, contó la terrible historia de perversión de la que fue víctima desde los 15 años.

En una entrevista con el diario francés Le Monde, la joven recordó que cuando vio el cadáver del exdictador libio expuesto ante la multitud, vivió un 'breve instante de placer', pero luego sintió en la boca 'un sabor desagradable'.

Safia afirma que hubiera preferido que Gadafi fuera presentado ante la justicia internacional. 'Me estaba preparando para hacerle frente y preguntarle, cara a cara: ¿Por qué me hiciste eso, por qué me violaste, por qué me golpeaste, me drogaste e insultaste. He aprendido a beber, a fumar, ¿por qué me robaste la vida?'.

Ella tenía 9 años cuando su familia, originaria del este, se trasladó a Sirte, la ciudad natal del coronel Gaddafi. En 2004, cuando tenía 15 años, fue elegida entre las niñas de su escuela para ofrecer un ramo de flores al exlíder libio, relata Le Monde.

'Fue un gran honor. Yo lo llamaba 'papá Muammar' y tenía la piel de gallina', recuerda. El coronel puso su mano sobre su hombro y le acarició el cabello, poco a poco. Más tarde, se enteró que esa era una señal para sus guardaespaldas, diciendo 'es la que quiero'.

Al día siguiente, tres mujeres de uniforme al servicio del dictador: Salma, Feiz y Mabrouka, se presentaron a la peluquería de su madre, diciéndole: 'Muamar quiere verte. Él quiere darte regalos'.

'¿Cómo sospechar algo? Fue el héroe, el Príncipe de Sirte', expresó la joven.

Después, fue llevada al desierto, donde estaba instalada la caravana de Gadafi, de 62 años entonces, para un viaje de caza. Al llegar, él le pregunta por su familia, los orígenes de su padre, su madre, sus medios financieros. Luego, con frialdad, le cuestiona si quiere quedarse a vivir con él.

'Vas a tener todo lo que quieras, casas, coches...', le dijo. Ella, entró en pánico, sacudió la cabeza. Le dijo que quería ir con su familia porque quería estudiar. 'Yo me encargo de todo. Estarás a salvo, te lo aseguro. Tu padre va a entender', le dijo él, al tiempo que hace un llamado a Mabrouka para que se encargue de ella.

En las siguientes horas, Safia, asustada, ya había sido equipado con lencería y 'ropa sexy'. Aprende a bailar, a tocar música y 'otros deberes'.

Safia relata que entre sollozos pidió ver a los padres, volver a casa. Mabrouka, sonriendo, le dijo que 'Volver a la vida normal ya no es una opción'.

Las primeras tres noches, bailó sola frente a Gadafi. Él solo la mira, no la toca. Me dijo: 'Tú serás mi prostituta', recuerda Safia.


Al regresar a su palacio, el exdictador la violó. Ella luchó, mientras él la golpeaba y tiraba de su cabello. Cuando trató de huir, Gadafi llama a Mabrouka y Salma para que intervengan. La pesadilla se repidió los días siguientes.

'Me convertí en su esclava sexual. Me violó durante cinco años', relató.

Ella permanecía en un área protegida de Trípoli, donde también vivía la familia, empleados y tropas de élite de Gadafi. En un primer momento, compartió habitación con otra chica secuestrada en Bengasi.

En el mismo nivel, en las salas pequeñas, estaban permanentemente veinte chicas, la mayoría con edades comprendidas entre 18 y 19 años, generalmente reclutadas por las mismas tres emisarias y disfrazadas de guardaespaldas. Cualquier conversación personal estaba prohibida. La mayoría se quedaba solo unos meses antes de desaparecer, una vez que el exlíder libio se cansaba de ellas.

Safia contó que pasaba horas en su habitación, viendo televisión. Se le negaron un cuaderno y un lápiz. Sentada frente al espejo y llorando, siempre debía estar lista en caso de que el 'coronel' la llama, fuera de día o de nocje.

Los departamentos de Gadafi se encontraban en el piso superior. La solicitaba al menos dos o tres veces por semana. Fue violento y sádico, recordó. Al finalizar, siempre presentaba moretones, mordeduras y el pecho desgarrado.

En ese lugar, solo la enfermera ucraniana Gala fue su 'única amiga'. Ella practicaba análisis de sangre semanales al harem de Gadafi.

La joven recuerda que con regularidad se llevaron a cabo festivales con estrellas belgas, africanas o de películas egipcias, muy apreciadas por el hijo del coronel y otros dignatarios.

Cenas, bailes, música, 'orgías'... Safia mencionó haber visto bolsas con euros y dólares. 'Se los dio a extranjeros, nunca a los libios', señaló.


Safia dijo que no participaba en estas celebraciones, pues 'yo era demasiado miedosa de que me pidieran hacer un striptease'.

'Para Muamar era un mero objeto sexual que podía pasar a otro después de haberlo probado', dijo, mientra afirmó que el coronel tenía muchas parejas sexuales.

Su esposa y otros familiares que vivían en otros edificios de Bab Al-Azizia eran conscientes de los hábitos del dictador. 'Sin embargo, sus hijas no querían verlo con otras mujeres', comentó.

En el jacuzzi instalado en una casa cerca del aeropuerto, se le requería fumar, tomar whisky e inhalar cocaína, sustancia que de acuerdo a la joven eran consumida por frecuencia por Gadafi y lo hacía permanecer despierto.

También reveló que una noche, en Costa de Marfil, usó lápiz labial para hacerle creer a Gadafi que se encontraba con la menstruación, él enfurecido, le propinó una paliza. Entonces, ella quiso escapar, pero Mabrouka le aseguró que 'no importa dónde te ocultaes, Muamar te encontrará y te matará'

Los padres de Safia, al enterarse de la suerte de su hija, intentaron rescatarla. Sin embargo, solo se le permitían llamadas telefónicas y cualquier conversación era escuchada.

Se le advirtió que si sus padres se quejaban, los matarían. A pesar de las amenazas, su padre se encargó de planificar su huida.

Cansado de verla deprimida, Muamar Gadafi autorizó su salida del palacio en cuatro ocasiones. La última vez, en 2009, se disfrazó como una anciana y con la ayuda de un amigo de su padre salió del aeropuerto rumbo a Francia.

Ella se quedó ahí un año antes de regresar a Libia, para ocultarse y en oposición a las intenciones de su madre, quien quería casarla con un primo viudo y llevarla a Túnez.,

Safia fuma y llora a menudo. Le gustaría testificar en la corte, pero es conocido el estigma del cual será víctima en el país.