Siempre

Pretensiones sobre Fran Lebowitz

Como un ruidoso Aleph, la ciudad de nueva york ha sido el escenario de las historias literarias en cualquier tiempo. Los grandes autores se han rendido ante ella, como Fran Lebowitz
09.04.2024

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Nueva York es uno de los escenarios predilectos de la literatura occidental.

Gran literatura y grandes autores de todos los géneros han escrito desde ella y sobre ella.

La ciudad es un caleidoscopio de historias narradas desde todos los ámbitos y perspectivas, casi como una suerte de ruidoso Aleph urbano.

Un pequeño periódico en el mundo

Basta haberse asomado a la literatura estadounidense para reconocer que en el vocabulario literario norteamericano Nueva York es una constante insoslayable y una referencia intelectual de prestigio.

Desde Henry James, Dorothy Parker y Norman Mailer, hasta autores más contemporáneos como John Ashbery, David Foster Wallace o Susan Sontag, Nueva York es sinónimo de escritores y libros memorables, aunque quizá ninguno tan neoyorquino como Fran Lebowitz.

En la miniserie documental de HBO dirigida por Martin Scorsese y estrenada en la plataforma Netflix, Pretended its a City, el mítico director conversa con la escritora y humorista sobre el laberinto de personas, emociones y manifestaciones humanas en la urbe, a propósito de la publicación de “Un día cualquiera en Nueva York”, el libro con el que la autora regresa después de un prolongado silencio.

La escritora —que no nació en Nueva York— profundiza sobre el arte, el dinero, las calles, la muchedumbre interminable, la cultura del metro y, por supuesto, su propia travesía en la ciudad: “No quieres vivir en Nueva York, pero haces lo que sea para vivir en Nueva York”, comienza diciendo.

Dado que Nueva York es una de las metrópolis más pobladas del mundo y la Babilonia moderna, Lebowitz declara que odia a la gente en las calles hasta el punto de querer escribir un manifiesto dirigido a esas personas a modo de guía para conducirse en la ciudad sin interrumpir el tránsito de los demás y titulado “Supongamos que Nueva York es una ciudad”.

Confiesa que, de algún modo, esa muchedumbre también ha sido un aliciente para su narrativa, pues una vez también ella fue una recién llegada a la ciudad, sólo que, por fortuna, tuvo la de bifurcar una senda en la escena literaria y artística del Nueva York de la década de 1970.

Recuerda los años de su acomodamiento, las luchas para escribir y publicar su primer libro en un mundo corrompido y alterado por los todos los movimientos sociales y económicos que estremecieron a los Estados Unidos en tiempos de la Guerra Fría.

Cincuenta años después, piensa en todo lo que eso generó en su vida, en sus relaciones personales y pasionales, en su aventurado y divertido mundo, y en la propia concepción de su oficio: “Yo amaba escribir hasta que tuve que escribir por dinero”, dice entre risas.

A lo largo de los siete capítulos de la docuserie, Levowitz reflexiona sobre transporte metropolitano, archivos municipales, junta de estimaciones, salud, bibliotecas, amores actuales y nostalgia neoyorquina, entre otros.

Pero Fran, que ha dedicado su vida a la escritura y la comedia, no habla nunca de tristezas. Al contrario, su trabajo es una muestra de talentosa comicidad, alegría continua, incorrección política e inteligencia mordaz.

Libros suyos como “Vida metropolitana”, “Ciencias sociales” y “Breve manual de urbanidad” han conseguido unificar una prosa culta y elegante alimentada por una ironía crítica que le ha valido un reconocimiento unánime que, a su vez, la ha convertido en la gran cronista de la capital del mundo, incluso por encima de otros extraordinarios escritores nacidos en la “gran manzana”.

Todo ello, visto con la agudeza y la mirada más atenta de un cazador urbano, hacen que, en cada libro de Lebowitz, Nueva York sea, sin pretender otra cosa, una ciudad.