A pocos días para acudir a elecciones primarias, los aspirantes presidenciales de los partidos tradicionales desencantan con canciones y promesas de bolonio, mientras los pillos hablan de “refundar” el país que se “peinaron” y andan “libres” por imposiciones internacionales.
Porfirio Lobo Sosa y el parapeto de justicia del Estado de Honduras son cuestionados duramente por diversos sectores y hasta por Estados Unidos, por no aplicar la ley a los inmorales que “gracias” al mismo norte aspiran con “perdón y olvido” a “gobernarnos” de nuevo.
En “todo el mundo” nos califican como el país más corrupto y violento. El Congreso Nacional aprobó en febrero pasado la Ley de Extradición y, al ritmo de una canción de “Juan Orlando Va”, quien sabe a qué, los diputados quieren “ciudades modelo” en zonas de seguridad nacional.
Si este negocio no cuaja por la suprema injusta, el oficialista ahora es “modelo y con pelota” que no la toca con los pies pero la juega con las mismas manos de un vulgar cebo político que metieron para derramar sangre de inocentes en El Aguán.
ESLÓGANES. Un asesor de Ricardo Álvarez Arias, también precandidato a la presidencia de la República, es el “cerebro” de la cancioncita “Súmate”.
Esta “profunda” composición al estilo de “Chano y Chon” no menciona ni una palabra de cómo contrarrestar las desigualdades sociales provocadas por muchos chapuceros carteristas que en lugar de ser “libres” deberían picar piedra condenados a perpetua por robar, mentir y matar.
Álvarez Arias recién dijo que “luchará” por desarticular a quienes nos mantienen de rodillas cobrando el “impuesto de guerra”. “A mi papaíto” el pueblo lo quiere de frente, atacando los menudos problemas y no atrincherado con sus amigos de la mandanga.
Urgimos de respuestas contundentes ante la frustración y el desaire que provocó el fanfarrón del “Puño Firme” que por mandria y manganzón ha pretendido sacarlo a tres años de su mandato.
Para tuerce de los hondureños, cada cuatro años tenemos nuevos ricos y tramposos que siendo malos faranduleros obtuvieron excelencia en la mamadera de todo mayúsculo insolente.
Miguel Pastor, también presidenciable nacionalista, desligado aparentemente del oficialismo, promete seguridad total en buses urbanos, depurar la policía y gobernar para todos. Críticos consideran que no llegará muy lejos ante la embestida sectaria de “Pepe” y su pupilo.
Fernando Anduray cuestiona la corrupción de su propio partido en el gobierno. Perdió su primera batalla. Hoy busca trabajo porque renunció al cargo en el Registro Nacional de las Personas retando al acrisolado Hernández Alvarado.
De las hermanas Fernández y de “Acción Barnica” podríamos referir que son parte de un amaño para mitigar el dolor que sufrirán algunos durante y después del embuste electoral “cachureco”.
En los liberales nos parece que el hidalgo Yani Rosenthal pretende un “Nuevo País”, pues del que tenemos apenas quedan pedazos por el repertorio de filibusteros hablando de luchar contra la impunidad y la corrupción.
Yani, como le gusta que le llamen al aristócrata, promete bajar la canasta básica, generar 200 mil empleos en cada año de “su gobierno”, reducir la delincuencia, pero no dice si disminuirá el asfixiante precio del cemento y de la varilla de hierro.
Su romántico discurso lo deja como figurín, pues siendo ministro de la presidencia no hizo nada porque el derrocado cumpliera las mismas promesas de campaña que resultan felonía al pueblo.
Su correligionario Mauricio Villeda Bermúdez afirma: “Nunca he sido político”, ignorando totalmente al filósofo griego Aristóteles. Se percibe como muy agalbanado de discurso y apasionado de los tiempos rancios de su padre Ramón Villeda Morales.
Pareciera que no quiere apechugar que su partido es cómplice de todos los males que nos mantienen aperreados. Los tiempos son diferentes, pero los políticos siguen siendo trasechadores, mochales y marchantes cuando vienen las elecciones.
De la candidata que lidera a los libre de pecado y de todo acto inmoral, Xiomara Castro, pensamos que en su candidez es muy útil para el descoco, pérfido y oportunista de su esposo que se quitó la charra y se la clavó a ella para vender falsa imagen de peregrina.
Previo al erudito discurso de Xiomara, primero habla el poltrón plebeyo que nunca refiere, ni siquiera una palabra, sobre la carcoma de corrupción y delincuencia que nos dejó. El porfiado siempre inicia y termina su perra con el “Golpe de Estado”. Tremendo pazguato pendenciero.
Y el “Toro” es mejor por los cuernos, para acabar con nuestro marasmo mental. No es perdonable pifiar una y otra vez por tercos majaretos con cuquería y humera por el poder.