Las dificultades que enfrenta el país son típicas de las sociedades en transición. La estructura de poder y las contradicciones sociales son el asidero de permanente competencia y conflictividad entre los que se benefician del sistema y los marginados. El fiel de la balanza es el estrato intermedio entre los extremos.
En las sociedades modernas con movilidad social, la clase media surge de los estratos sociales menos favorecidos y muchos en camino a alcanzar el status que les permita también beneficiarse a plenitud de la riqueza y canonjías del sistema.
La clase media, derivado de su interés, se convierte así en el gran protector del sistema y no quiere perder los logros alcanzados. Cuanto más grande la clase media, más estable la sociedad y por ende mejor funcionan, en cuanto a resultados en el desarrollo de los países, los instrumentos de política económica tradicionales.
En Honduras, la clase media es relativamente pequeña y ello se refleja en el coeficiente Gini, que muestra la exagerada concentración de riqueza del país en el quintil de la población con mayores ingresos.
El vínculo entre desigualdad y reducido crecimiento económico ya no es un tema ideológico, se ha convertido en una de las variables económicas que los académicos y bancos de desarrollo internacional advierten a los gobiernos no pueden sustraerse de enfrentar. Ejemplos de países, otrora considerados subdesarrollados, que han logrado niveles de vida superiores dan credibilidad a las teorías formuladas alrededor del tema.
En Latinoamérica el tema es de actualidad y se pueden identificar dos tendencias fundamentales, implementadas en combinación con diferentes tonalidades de énfasis, según la naturaleza del gobierno de turno: a. La que propone que es mediante la promoción de inversiones privadas, complementada por públicas en una economía de mercado, la que puede generar más oportunidades de empleo y riqueza; b. La que, dadas las fallas del mercado y la marginación social que el modelo neoliberal reproduce, el Estado, para romper el círculo de indigencia y reducir la brecha social, se ve en la necesidad de implementar programas que canalicen recursos financieros focalizados a los sectores más pobres del país, en forma condicionada, con estricto seguimiento y sostenido en el tiempo para que sea efectivo. Por ejemplo, a familias en situación de indigencia o extrema pobreza calificada, asistirlos financieramente y que a cambio sus hijos asistan a la escuela y centros de salud.
En Honduras, la inclusión del tema de equidad como política de Estado surgió de la necesidad de solicitar apoyo a la comunidad internacional para la emergencia y la reconstrucción en ocasión del huracán Mitch y la negociación de la condonación de la deuda externa. La Estrategia de Reducción de la Pobreza al final solo fue una estrategia para negociar y que todo siguiera igual.
Lamentablemente los gobiernos, la sociedad civil y los partidos políticos han concentrado su interés en las clases pudientes y pobres del país, relegando a la indiferencia a más de la tercera parte de la población, que pulula en miseria. Ojalá que el conocimiento de que el país no podrá mejorar si no se les incorpora los haga reflexionar.