Editorial

Reprobados

Más allá del optimismo oficial, lo cierto es que los datos del cierre del año escolar en Honduras no son nada halagadores pues los indicadores de reprobación y deserción escolar siguen siendo altos. Según las estadísticas disponibles, hasta el 8 de diciembre un total de 85,061 estudiantes de los niveles de educación básica y media reprobaron en la primera recuperación, y lo más grave es que otros 54,585 alumnos abandonaron las aulas de clases antes de finalizar el año lectivo.

El ministro del ramo ha calificado de exitoso el presente año escolar y ha resaltado entre sus logros más importantes la mejora en la matrícula, la reducción de los índices de deserción, la apertura de 5 escuelas normales en modalidad bilingüe, la ampliación de la red nacional de escuelas agrícolas, el nombramiento de los maestros del Programa Hondureño de Educación Comunitaria y el Sistema de Aprendizaje Tutorial, el reajuste salarial y la declaración de los primeros 100 municipios libres de analfabetismo, lo que se aplaude. Y no dudamos de esos logros, pero es claro que algo sigue fallando cuando su propio sistema estadístico sigue arrojando cifras bastante altas en relación con la reprobación y deserción de estudiantes del sistema de enseñanza.

Es claro también que los retos que se tienen para poner de pie el sistema son monumentales, comenzando por impulsar las políticas públicas que más allá de asegurar el paso de los reprobados al siguiente nivel con una segunda recuperación en el mes de febrero del próximo año, se encaminen a entregar a los estudiantes las herramientas, los conocimientos, las competencias y habilidades fundamentales para que los jóvenes apuesten por quedarse a contribuir con su trabajo tesonero al desarrollo de su patria, antes de ir en busca de esas oportunidades a Estados Unidos u otros países del mundo.