EL HERALDO ha publicado esta semana un amplio reportaje que advierte sobre otro problema que acecha la salud de los y las hondureñas: la tuberculosis, una enfermedad infecciosa grave causada por la bacteria llamada Mycobacterium tuberculosis, que a lo largo de la historia ha causado muchas muertes en nuestro país.
La tuberculosis es también una enfermedad altamente contagiosa que se propaga a través del aire cuando una persona infectada tose o estornuda, que puede propagarse rápidamente en comunidades densamente pobladas y en entornos con condiciones de higiene deficientes. Según las cifras publicadas, en Honduras murieron por esta causa 773 personas entre 2017 y julio de 2023, resaltando que en 2022 las muertes tuvieron un significativo repunte, tanto así que los casos prácticamente se duplicaron.
Si bien el país cuenta con el equipo de última tecnología para el diagnóstico de la enfermedad hay situaciones alternas que frenan detectar y tratar a tiempo a quienes padecen de este mal, ya que no todas las personas se acercan a los centros de salud para ser evaluados y tratados a tiempo. Pero en estos tiempos de crisis, se suman otros problemas que evitan identificar, captar y tratar a tiempo a las personas enfermas, ya sea porque no hay centros de salud accesibles a las comunidades donde residen los enfermos o estos centros carecen de los medicamentos necesarios para su tratamiento.
Cualquiera que sean las motivaciones, los datos deben servir no solo para que desde los medios de comunicación alertemos que esta enfermedad está al acecho de la población de todas las edades, razas y condiciones económicas, sino para que las autoridades sanitarias revisen y redefinan sus planes y programas de atención de la misma. Nadie se puede quedar de brazos cruzados, pues el diagnóstico temprano, el tratamiento adecuado y la prevención son claves para frenar el avance de esta enfermedad y reducir los impactos, principalmente de los más vulnerables a contagiarse.
