Editorial

Tarifas abusivas

Las altas tarifas de la energía continúan siendo una de las principales cruces que tienen que cargar los hondureños, principalmente los más pobres, los que no tienen empleo o que son subempleados, las micro y pequeñas empresas. Pero también la gran empresa. Desde que entró en vigor el aumento del 10% a las tarifas de ese servicio el 1 de abril pasado, más el 18% de octubre de 2018, los abonados al servicio experimentan alzas todos los meses de manera inexplicable.

Las denuncias flotan por el aire, y no hay respuestas, más que... “Esa es su factura y tiene que pagarla”. Lo único que pueden ofrecerle es un plan de pago para que se ponga al día. Está claro que los hondureños no se niegan a pagar el (mal) servicio que reciben, pero es necesario que se hagan cobros justos, acordes a los consumos de cada uno.
No se puede seguir cargando al pueblo las deficiencias históricas de las empresas estatales que, como en el caso de la ENEE, tienen a las finanzas públicas al borde del colapso.
Es importante que el gobierno haya comenzado a atender esta problemática, con la revisión de los contratos de generación de energía, pero la ciudadanía reclama, por igual, que los cobros que se les están haciendo sean acordes a los consumos y los ingresos familiares. Se está a tiempo.

Las autoridades gubernamentales están obligadas a oír esos clamores y no hacer oídos sordos -por ejemplo- a la advertencia de la Conferencia Episcopal de Honduras que, en un posicionamiento sobre la crisis del país hecho público ayer, citó que los principales problemas que más preocupan a la ciudadanía son “el alto costo de la vida, el crimen y la violencia, el desempleo (...), los problemas en las decisiones del Ejecutivo, en las crisis de empresas estatales, en los servicios de energía, agua, transporte, etc.”, y en el que también advirtió que “si cada problema deriva en conflictos como el que ahora estamos viviendo, acerca de los sistemas de salud y de educación, y si cada conflicto es manejado con la misma ineficiencia, las consecuencias pueden hundir a Honduras en una crisis muy difícil de superar”.