La ceremonia de toma de posesión en el Estadio Nacional tuvo sus momentos emotivos, siendo el más aplaudido por los asistentes el poema, cantado y recitado con impactante seguridad, por una niña de Lempira que incluso arrancar lágrimas al nuevo presidente de la República, Juan Orlando Hernández.
La niña, de ocho años de edad, que conmovió al propio Presidente con su participación artística exaltando a la buena gobernanza con la que sueñan los hondureños, de alguna manera interpretó el sentir de la población; de alguna manera ese fue el discurso de toda la gente.
“Presidente de nuestro país, en esta linda mañana vengo a felicitarle y a decirle que estamos muy orgullosos que el Presidente de Honduras sea un indio de Lempira”, expresó Damaris Samahí López Quintanilla, como introducción de su participación en calidad de representante de un grupo de niños del departamento de Lempira en reconocimiento al nuevo Presidente de la República.
Después de decirle: “Tengo el honor de dedicarle una canción”, inició su interpretación, con su voz tierna y inocente, granjeándose de inmediato la simpatía de los presentes, expresada con fuertes y jubilosos aplausos.
“Lo imagino rodeado de diputados sobresalientes/ caminando despacio, pensativo tal vez”, cantó mientras tomaba confiadamente la mano de Hernández, para continuar después: “Presidente y humilde, como siempre será”/a su lado su pueblo, cambiarán tantas cosas/ erradicará la delincuencia, habrá más empleos y un pueblo feliz…”
La esperanza de muchos es que el nuevo mandatario, además de haberse conmovido hasta las lágrimas con el poema, haga realidad las aspiraciones de los hondureños resumidas por Damaris, y también que haga más de lo que el sistema en que vivimos ha hecho hasta ahora en la defensa, proyección y promoción de la niñez y la juventud, cuyas condiciones son en definitiva las que señalarán el futuro de Honduras.
Desde el inicio de la actual era democrática, cada cuatro años los hondureños ven renacer las esperanzas de una vida mejor, primero durante las campañas electorales y después durante los discursos inaugurales de nuevos mandatos.
Esperemos que esta vez los deseos y sueños de Damaris y de todos los hondureños no se estanquen en las emociones protocolarias, en los discursos, en las comparecencias de conveniencia en los medios de comunicación y, por fin, comiencen a materializarse.