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TikTok podría estar bien, pero...

TikTok es la red social del momento. Una red social que refleja bastante bien algunas cosmovisiones de la generación Z. Es, por una parte, efímera. Los videos son cortos y caen fácilmente en el olvido. Se prima el entretenimiento antes que cualquier cosa, y pasa lo mismo con la estética. Su esencia es repetitiva, porque a pesar de que es difícil que a un usuario le vuelva a aparecer un video, las canciones de fondo o las estructuras de contenido son usadas una y otra vez.

Y claro, como cualquier otra red social no importa tanto el contenido como el criterio con el que se vea. Además, hay creadores que no se limitan a bailar lo que está en tendencia, sino que generan contenido que tenga algún valor para los usuarios. Sin embargo, quizá el mundo no está preparado para un producto tan entretenido, y mucho menos un país en el que escasea el pensamiento crítico.

Se dice, aunque no está del todo claro, que esta aplicación se llama así por una especie de onomatopeya. Es decir, que hace referencia al sonido de las agujas del reloj: “Tictac, tictac”, en español. Tiene sentido justamente porque lo que se prima en esta red social es el tiempo. Los creadores no tienen más que un tiempo limitado para contar lo que quieren contar. Es como si tuvieran una bomba de tiempo al acecho. Y claro, si se quisiera hallarle el lado positivo, se podría decir que ha provocado una excelente capacidad de síntesis en algunas personas que explican temas complejos.

Pero a mí particularmente me transmite también algo más. Es el reloj que avanza y el tiempo que se pierde. Como dije antes, probablemente la mayoría de las personas no estén listas para una aplicación que es capaz de absorber tanto tiempo. Para finales de 2021, según una investigación realizada por Qustodio (compañía de control parental), un adolescente en promedio miraba TikTok (en algunos países líderes) 91 minutos diarios, sin contar otras aplicaciones móviles. Y quiero resaltar que se trata de un promedio, es decir que hay quienes miran muchísimo más y hay quienes miran menos. Habría que pensar en cuáles podrían ser los datos en Honduras. Y aunque se tratase de videos con alguna finalidad educativa, como dije antes, el contenido de esta red social tiene bastante de efímero.

No dejo de pensar en que en algunos casos hay quienes están ganando dinero a costillas de que las otras personas pierdan su tiempo. Los videos que más se difunden son los que están hechos con unos estándares de calidad muy altos, porque tienen el recurso técnico y tecnológico. Así que no es tan cierto, salvo algunas excepciones, que se trata de una democratización de la comunicación. Después de todo siempre son unos pocos hablándoles a muchos, implantando sus ideas y reproduciendo en muchos casos unos estereotipos que tienden luego al sesgo y a la discriminación.

Creo que en consonancia con lo que escribió una vez el poeta Darío: “Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver”, los minutos que se pierden en un entretenimiento vacío un día serán añorados, e incluso puede que lamentados.

Como todo en la vida, la virtud está en el centro, y como no nos podemos resistir al cambio, debo decir que lo único que nos queda es no entregarnos sin reservas a estas aplicaciones, y usarlas con criterio, tanto en el tiempo como en el tipo de contenido que consumimos.