Columnistas

¡Que viva la lluvia!

Caes con la belleza de un caudal abierto en lo alto, llenando de refrigerio la atmósfera que con estío necesita de tus cristalinas gotas.

Los campos se llenan de labranzas, el verdor cubre la tierra y nos llena de esperanza, tendremos los frutos que la madre naturaleza nos proporciona para nuestro deleite diario, ricas las hogazas salidas del horno, las frutas maduras deleitan nuestro sentido del paladar y la exquisitez se aloja en nuestro ser.

Los semovientes disfrutan de los retoños que se darán frescos en sus matas que se mecen en el aire lleno de partículas de agua y que caerán sobre lagunas, ríos y arroyos hasta la mar, disfrutar de tan refrescante y cristalina agua de vida, sentir como nuestro ser clama por un sorbo, deleitarnos en cada gota que refresca y alimenta nuestro ser, la lluvia es vida, la lluvia es riqueza, cae desde lo alto para demostrar su fortaleza y su humildad a la vez, cada año los tambores redoblan y la danza de la lluvia llega a su clímax cuando esta no aparece en el horizonte, la sequía inunda la vida de los seres humanos y cuando vemos una nubecilla formarse en el horizonte nuestra danza dio resultado.

Los ríos se llenan de vida abundante dando alimento, nos transporta de un lugar a otro e irrigamos a través de los canales que construimos para que llegue al campo, llegue a la industria, llegue a nuestro hogar, bendita mi tierra que tiene caudalosos ríos que cada año se empapan a rebozar llevando sus aguas a los fértiles valles y en las montañas los bosques se llenan de vida, en sus raíces se retienen estas para irlas depositando en las cuencas que deberán estar siempre mantenidas en estado lozano para que nos brinde aguas ricas de minerales y sales para dar la salud que necesitamos.

fácil es domar un río, nuestros antepasados hicieron grandes acequias, monumentales canales de irrigación y acueductos desde distancias insospechadas, la lluvia limpia la naturaleza, arrastra el oro escondido entre las rocas, descubre los cristales incrustados en rocas, hace renacer la vida que está latente entre las capas de tierra, las semillas germinan y estiran sus brazos hacia el sol, el regocijo inunda la vida, la lluvia llegó.

La lluvia desnuda nuestra mezquindad, también provoca que el humanismo aflore a flor de piel, por qué sufrimos en nuestra patria coronada de océanos, lagos, lagunas, caudalosos ríos, montañas formadoras de cuencas, arroyos y ríos, vivimos privilegiados, y aunque nuestra patria sea pequeña en comparación con otras está llena de recursos que otros envidian y nosotros desechamos con desdén porque somos seres que no hemos cultivado el amor por la naturaleza, creemos que los dioses están obligados a darnos las cosas en las manos cuando somos nosotros los que debemos de agradecer y engrandecer lo que el recurso del agua hace a la nación.

La vida prospera donde se tecnifica el arroyo, donde el cauce se le forma barrera, donde las represas controlarán los flujos de los inviernos tempestuosos que son acompañados por huracanes que dejan toneladas volumétricas de tan preciado líquido, represas generadoras de energía eléctrica, motor de la industrialización y del confort humano, irrigación plena para los cultivos, deleite en forma de turismo en lugares acondicionados para el ocio, todos disfrutaríamos de tener nuestra fuente de agua que llegaría a cada hogar donde se suplen las necesidades que la bendita agua conlleva en cada gota; salud, limpieza, preparación de sabrosos alimentos, emprendedurismo para generar riquezas.

Mas somos conformistas, no aprovechamos la riqueza que el Bendito nos dio, somos tan negligentes, apáticos hasta la médula, deseamos que las cosas se nos den en la mano y como no nos ha costado las desechamos, desechamos la lluvia con toda la riqueza que nos trae, vivimos de cubeta en cubeta, el agua se derrama hacia el mar donde ya no volverá, mientras el páramo se convierte en desierto y volvemos a implorar porque somos tuertos, estamos sometidos a un sistema de que todo nos vale.

Acaso no has visto como cae la lluvia, el arcoíris después de la tormenta, disfrutar en tu cuerpo las gotas que te empapan y disfrutar un rato de la delicia del agua pura que cae a cántaros refrescando nuestro cuerpo que se inunda de alegría al bailar al son de las fiestas estivales, agradecer cada 3 de mayo cuando el inicio de las lluvias era en la alabanza de la Cruz de nuestro Señor y que cada año los ojos miraban hacia lo alto y el Altísimo dejaba abierta el grifo refrescando nuestra tierra sedienta de un verano que fue inclemente y devoró cada gota de agua de los mantos acuíferos.

Que la lluvia no sea un lamento que se escucha año a año, que sintamos la bendición que caiga en nuestra patria para hacer florecer los campos, que la flora inunde los valles y montañas, que sintamos que cada gota que cayó cumplirá su propósito, que sea la lluvia la que lleve la grandeza de la patria y nos regocijemos año con año la bendición que la lluvia nos llega y no se aleja dejando una patria desértica, yerta, moribunda, sino que la vida renazca en cada invierno que nos llega a visitar.

Brindemos el sorbo de agua al caminante, al sediento, que sintamos el regocijo de extender nuestra mano hacia aquel que la necesita, porque las fuentes de agua de vida nos invitan a sorber siquiera una pequeña gota, ¡bendita sea la lluvia!