Pese a que el primer Comité Central de Huelga había sido descabezado, varios de sus integrantes encarcelados y otros escondidos para evitar igual suerte, quienes los reemplazaron, si bien anuentes a concluir el prolongado paro laboral continuaron negociando con la Tela, que pese a sus tácticas dilatorias no había podido ponerle fin al conflicto, ante la firme decisión de los proletarios de no capitular sin haber logrado, cuando menos, el reconocimiento de los puntos torales del pliego de peticiones presentado a la patronal.
El titular periodístico “¿está para terminar la huelga de los trabajadores norteños?” (El Día, 26 de junio, p. 1) evidenciaba el deseo del oficialismo y la prensa a su favor que deseaban su conclusión lo antes posible. Transcurrieron varios días más antes que se pudiera informar “La huelga terminó”, (El Día, 10 de julio). “Con gran expresión se celebra en Tela la terminación de la huelga” (El Día, 15 de julio, p. 1).
Por falta de méritos, la Corte Suprema de Justicia (controlada por Carías) ordenó la libertad de los dirigentes huelguistas, acusados de rebelión, así informaba la Embajada estadounidense al Departamento de Estado (715.00 (W)/9-2054, 20 de septiembre de 1954).
Si en términos económicos, los logros alcanzados en materia salarial fueron modestos, muy inferiores a lo que aspiraban los huelguistas, el gran triunfo del movimiento consistió en que finalmente tanto el Estado como la empresa privada fueron reconociendo el derecho obrero a organizarse en sindicatos, a la contratación colectiva y al derecho a la huelga, cuando las instancias previas de negociación no conducían a acuerdos mutuamente satisfactorios. Estas conquistas quedaron incorporadas en el Código del Trabajo emitido durante la administración Villeda Morales (1959).
A poco de haber concluido la huelga bananera, otros sectores asalariados, inspirados en ella, procedieron a organizarse en distintas ciudades, inspirados en lo que lograron alcanzar sus hermanos y hermanas costeñas.
Igualmente, se fue evidenciado el divisionismo ideológico al interior del incipiente movimiento obrero, entre un sector de izquierda, por una parte, y otro centrista y derechista, resultado de la intervención de agentes extranjeros enviados desde los Estados Unidos por la American Federation of Labor-Congress of Industrial Organizations, con obvio respaldo de Washington. “Becas sindicales ofrece ORIT” (El Día, 7 de agosto, p. 1). “Comité Central Sindical de la Costa Norte organizado en San Pedro Sula presentará un frente invulnerable a la infiltración comunista por ser entidad esencialmente democrática”. (El Día, 21 de julio, p. 1).
“Agentes al servicio de Moscú en nuestro país desde hace seis meses, cumplen la consigna de rehacerse de las posiciones perdidas en Guatemala al caer el gobierno del coronel Árbenz”, “El comunismo en plena acción en los campos bananeros de la costa norte (El Día, 18 de octubre, p. 1) “Comentarios de un boletín estadounidense alrededor organización de sindicatos libres en Honduras”. (El Día, 22 de septiembre de 1954).
Tal divisionismo persistió y debilitó a las federaciones obreras que se fueron formando, imposibilitando la unidad y
cohesión del obrerismo.