Los mensajes que la gente garabatea en las protestas masivas de las grandes ciudades y que ahora se canalizan por otros medios como los encuentros deportivos, graduaciones académicas, hasta llegar a redes sociales electrónicas, son algo más que instrumentos para canalizar cólera y descontento ante la crisis profunda en la cual se ve inmersa la sociedad hondureña.
Son poderosas formas de comunicación masiva en donde se cultiva el humor y la risa como recurso terapéutico que la gente recrea para sujetarse con irreverente agarradero para que los opresores no nos arrebaten la alegría, la que también se han propuesto asesinárnosla. Es entonces, que desde las leyendas callejeras y redes sociales, se disparan cápsulas divertidas como balas, incisivas, irreverentes, pícaras, apuntando siempre al blanco de un desgobierno, malandrín y frío, que se ha tomado muy en serio jorobarle la vida a todo un pueblo que soporta con paciencia franciscana la hora de que el régimen acabe. Hay que defender la alegría con la broma de un machete desenvainado, porque, el mal humor desde el poder adulterado, con buen humor se paga. El pueblo irrumpe con desenfado glorioso regalándonos en la protesta veloz, risa gratuita y la alegría consabida de hacer catarsis social colectiva. Y para ello, la gente no necesita inventarse nada. Simplemente recurre a cualquier ingenuidad carrasposa que vomite algún burócrata venal de altos vuelos para morirse de la risa en momentos cruciales de vida o muerte para la patria, porque prolifera la injusticia, el desempleo, el alto costo de los alimentos, el agua o luz, la corrupción y los señalamientos letales de que este “gobierno” y sus funcionarios más encumbrados están untados criminalmente hasta allá, donde dijimos, con el narcotráfico y la violencia. Entonces cualquier tontería que eructan es restregada con textos e imágenes graciosas. ¡Cómo no reírse de un pastor irredento “desaparecido” por estos “Díaz” que en sus gestos y modo de hablar se quiere parecer como calca fiel a su Jefe mayor Bonapartista y que sin vergüenza alguna dice que cuando llaman al “Hombre” a Washington es para admirarlo como “héroe” por su combate al narcotráfico! (¿?’) O esta, mire, de antología, para un libro de perras de Teofilito: “Con Nayib Bukele nos parecemos en muchas cosas; he sido un buen ejemplo para él y su forma de gobernar”. Y vea esto de película: El Jefe del Estado Mayor de las FF AA dijo recién para el libro Record Guinness: “Nosotros no sabíamos que los Valle Valle y Los Cachiros eran narcos”.
En otro lado, en millones de celulares, y a todo color, sale un tipo ligeramente en calzoncillos, en el mismo infierno, acostado y relajadón, cuando en eso, el mero Lucifer le pregunta a su asistente: ¿Y este cabrón, qué onda? Y le responde aquel: Dice que era de Honduras y que allá estaba peor. Y de las entrañas coloridas de Facebook aparece de repente un meme en fondo azul profundo con esto: “Para sacar los delincuentes de las calles, primero hay que sacarlos del gobierno”. ¿Ahora entiende usted por qué el Hombre y sus cobardes alabarderos quieren penalizar el uso “indebido” de la protesta en las redes sociales? No es para reírse, pero hay que hacerlo mientras tanto.