Columnistas

A pesar de lo mal distribuido que está el mundo

Las filas para entrar al “mall”, a cualquiera de ellos, son interminables y decepcionantes. Adentro hormiguean decenas de compradores. Sí, compradores. No están yendo a las tiendas sólo a ver vitrinas.

Se nota el hábito consumista de estas fiestas y, sobre todo, que algo de dinero flota en el ambiente dándole calistenia a la actividad económica.Hay muchas personas repletando las tiendas de ropa; largas colas para los vestidores, agotadoras hileras frente a los ajetreados cajeros que cobran sin parar: “¿con efectivo o tarjeta?”, preguntan repetidos, en estas firmas españolas que trajeron su moda y su estilo, o en algunas hondureñas y otras de diversa nacionalidad.

Con las variaciones obligadas, alguien me comenta que algo parecido ocurre en los mercados, están abarrotados: tantos hondureños estiran hasta donde alcanzan sus posibilidades y concurren entusiastas en busca del estreno para el 24, la camisa y el pantalón de los niños, tal vez unos tenis, y los ingredientes de la esperada cena de medianoche.

Queramos o no, es lo que hay, porque no hemos podido cambiar la brutal desigualdad que le da mucho a unos pocos y poquito o nada a un montón; y no se trata de un designio divino ni de la selección natural en la evolución: es la injusticia social, la explotación de unos sobre otros, y la trabajosa lucha de unos cuantos para que todo siga igual, el condenado statu quo.Honduras es de los países de Latinoamérica que más creció este año, hasta 3.3%, según los datos de la Cepal; diferentes estudios sostienen que ese aumento de números macroeconómicos no recae directamente en la población, lo dicho, que está mal distribuido el mundo entero.

Además, el Instituto Nacional de Estadísticas presentó un informe -avalado por la Cepal- en el que explica que la pobreza se redujo en el país en un 9%; que los programas sociales del gobierno y las inversiones en el sector productivo ayudaron a algunas comunidades a dar ese paso fuera de la línea de la pobreza, pero el mismo INE reconoce que falta mucho, muchísimo por hacer.

Como suele ocurrir, el mismo día y al día siguiente del informe del INE, ciertos “analistas” y algunos acreditados como economistas intentaron destrozar la noticia, sin pruebas. Es decir, se debe rebatir lo que sea, pero con herramientas científicas, no sólo por la simple percepción, que siempre está limitada por el entorno o la realidad política y social de quien juzga.

La buena noticia es que hemos ido recuperando las viejas sensaciones de otros años, se ve el ambiente de fiesta. Ojalá que después de años duros de criminalidad, corrupción y desesperanza, hasta la letal pandemia, el buen rollo de los hondureños aleje el fantasma de las navidades pasadas, parafraseando a Dickens, pese a que algunos nostálgicos creen que aquellos diciembres nunca volverán.

¡Felices fiestas!