Con Helen Umaña nunca he cruzado palabra, y creo que no me reconocería (no tendría por qué), sin embargo, no ha sido necesario, me ha bastado leer su trabajo y saber que ha leído el mío, no porque haya tenido el honor de que me comentara, sino porque fue parte del jurado que me concedió el Premio Nacional de Poesía Los Confines hace ya casi dos años, y a la felicidad de obtener ese importante galardón, se sumó que una de las personas que más admiro del panorama literario hondureño formara parte de esa terna que consideró aquel humilde trabajo poético de este servidor como el mejor de los que se presentó ese año.
Recientemente asistí a uno de los homenajes más merecidos que he visto en este país. Se homenajeó una vida consagrada, casi con carácter religioso, a la literatura. Tuve la intención de dedicarle a Helen unas palabras ese día, sin embargo, como suele pasar en este tipo de eventos, temí extenderlo más de lo esperado y lo debido, así que dejo aquí mis impresiones sobre esta enorme figura de la literatura hondureña.
Sin temor a equivocarme, puedo afirmar que Helen Umaña tiene el trabajo de crítica literaria más amplio y vasto de Honduras, y podría ser sin problemas uno de los más grandes de Centroamérica. Se ha dedicado a todos los géneros, a todas las épocas y no ha escatimado energías.
Y por supuesto que su trabajo resulta más impresionante si se considera que el oficio de crítico literario es muy escaso, tanto así que hay autores que se los devoró el olvido y algunos otros que, si bien forman parte de nuestra memoria literaria, hemos sido francamente injustos con ellos y ellas.
Pero, sobre todo, lo que quiero decirle a nuestra querida Helen es que ella ha sido una de mis inspiraciones para hacer crítica literaria, puede considerarme un fruto. No sé si vaya a tener las fuerzas que ella tuvo y dudo mucho que mi trabajo alcance una dimensión parecida, pero la alegría que me ha quedado de las veces que la he escuchado hablar de su trabajo es que mis motivaciones son muy parecidas a las que ella ha expresado.
Considero injusto que algunos textos pasen desapercibidos y que el olvido los entierre, aunque bien sé que, como sugiere Roberto Bolaño, casi toda la literatura está condenada al olvido. Yo añado que parte del trabajo del crítico literario es evitar que caigan en el abandono de la memoria las obras incorrectas.
Considero injusto que no se hable de algunos autores, y que no se hable correctamente de algunos otros. Y esa es la única razón por la cual alguien se dedica a un oficio tan extraño como comentar libros, que es todavía más extraño que el oficio de escribirlos.
Así que además de los actos y de todos los reconocimientos que se le puedan entregar a nuestra gran iluminadora de textos, el mejor tributo que como comunidad literaria (a la que pertenecemos de manera inconsciente) le podemos ofrecer es continuar lo que ella comenzó en su trabajo, profundizando en cada uno de los autores y autoras y en cada una de las ideas que propone. Además de una ferviente multiplicación de esfuerzos en la crítica literaria.
Helen Umaña es tan prolífica que el año pasado en San Pedro Sula habló incluso de los trabajos que por el privilegio de la edad no podrá escribir, es decir, nos dejó la tarea, por cierto, en grupo... ya veremos si nos logramos poner de acuerdo. Por último, es mi esperanza que estas palabras lleguen a Helen, si es así, un abrazo.