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Chile tendrá una nueva Constitución

Resultado de las masivas movilizaciones populares a lo largo del país durante el 2019 y 2020, brutalmente reprimidas sin éxito por los carabineros, en repudio a las políticas excluyentes del modelo neoliberal, implementado vía terrorismo estatal durante la dictadura pinochetista (1973-1990), que incorporó a la aún vigente Carta Magna, promulgada en 1990, la privatización de la educación, salud, sistema de pensiones, con ello incrementando la brecha social y económica entre las élites y el resto de la población, recién ha tomado posesión la Asamblea Constituyente, encargada de redactar una nueva Ley Fundamental que incorpore las aspiraciones de la inmensa mayoría poblacional y descarte el paradigma neoliberal, aún activo.

Esta Constituyente, en la que sus colegas eligieron como presidenta a la académica, lingüista y activista mapuche Elisa Loncón, incluye, por vez primera en el mundo, representación paritaria de mujeres y hombres diputados. La Constitución hoy empezando a redactarse reconocerá legalmente a los pueblos indígenas chilenos, tradicionalmente reprimidos por la defensa de sus recursos naturales. En su discurso de aceptación del cargo, Loncón declaró: “Estamos instalando una manera de ser plural, democrática, participativa, por los derechos de nuestras naciones originarias, por los derechos de la madre Tierra, de las mujeres que caminaron en contra de un sistema de dominación, y de los niños” (La Prensa, 5 de julio de 2021, p. 39).

La composición de la Constituyente está integrada por 155 representantes, de los cuales 103 no pertenecen a partidos políticos tradicionales, incluye a 78 damas, 40% de las y los diputados son menores de 40 años.

El gran vencedor ha sido el pueblo, el gran perdedor las fuerzas derechistas del presidente Piñera y su alianza Chile Vamos, la que solamente cuenta con 20% del total de escaños, sin posibilidad de vetar los articulados que se vayan incorporando a la Constitución. Igualmente, los partidos de centro izquierda, incorporados a la élite política que ha gobernado a Chile desde el retorno al Estado de derecho, han quedado desacreditados ya que durante sus gobiernos no se intentó desviarse de la camisa de fuerza neoliberal, practicando desde el poder corrupción, clientelismo e inmovilismo.

Solamente el Frente Amplio, agrupación que recién ingresó al ruedo político el 2017 con respaldo de los movimientos sociales y estudiantiles, con su lema: “El neoliberalismo nació en Chile y aquí debe morir”, ha merecido el respaldo masivo de los votantes, por representar la aspiración colectiva a un nuevo pacto sociopolítico que establecerá nuevas reglas del juego entre Estado y mercado.

Los apologistas de las teorías de Friedman y sus discípulos, los Chicago Boys, no encuentran explicación justificativa ante el fracaso de este paradigma ruinoso, violento, inhumano.