Columnistas

Elecciones bajo sospecha

Las declaraciones del secretario de la Presidencia de la República en una comparecencia en el entorno del partido gobernante y llevada al público gracias a la magia de las nuevas tecnologías, retrata la pobre condición humana del funcionario aludido, pero además, se está poniendo en contexto la naturaleza del tipo de democracia que hoy inspira a la mayoría de los gobiernos en el mundo.

Refiere el titular de la secretaría de la Presidencia que en las próximas elecciones las personas no van a ir a votar por los muertos de la pandemia, ni siquiera lo harán por el tema de la corrupción, lo harán, dice, “por cuánto tiene en la bolsa, si tiene o no tiene comida en la casa, si tiene o no tiene ingresos, si tiene o no tiene trabajo”.

Muchos políticos presentan el sufrimiento de las personas como una cuestión natural, sin que haya ningún responsable, la condición humana queda fuera del debate electoral. Que los políticos lleven alrededor de dos años buscando acuerdos en torno a la Ley Electoral y que todavía los acuerdos tengan dificultades para aprobarse en el Congreso Nacional, en vez de discutir los grandes problemas que tiene el país, confirma que a estos lo que les interesa es el poder.

En este mismo espacio me he referido en ediciones anteriores al hecho que muy poco se puede hacer por la democracia cuando esta se ha convertido en una mercancía. El voto, como expresión de la democracia representativa, se compra y se vende como cualquier producto de uso personal, todo está sometido a la ley del valor. En los procesos electorales que algunos llaman competitivos, gana el que tiene recursos para promoverse, pero también está la compra directa de votos, para lo cual no hay ley que la regule, los votos se mueven en una relación de “mercado libre”. La ciudadanía se ha reducido a un único derecho, votar.

En el mundo vivimos una “dictadura de los mercados”, Honduras es parte de esa realidad, con un mercado excluyente, sin argumentos y con una tendencia a la autodestrucción de la institucionalidad. La dictadura de mercado genera pobreza, corrupción e inseguridad, pero esas mismas consecuencias del mercado generan las condiciones para mantener regímenes ilegales y dictatoriales.

Cuando el secretario de la Presidencia, Ebal Díaz, alma gemela del presidente de la nación Juan Orlando Hernández, hacía la declaración, los diputados del partido gobernante aprobaban una iniciativa autorizando al gobierno para endeudarse por una cantidad de 850 millones de dólares, sin estar claro el motivo para tal endeudamiento. En un año electoral, como el que se avecina y en un gobierno como el que se tiene, acostumbrado a derivar recursos a propósitos distintos para los que fueron presupuestados, es fácil deducir que habrá un derrame de recursos orientados a torcer la voluntad del electorado, utilizando mecanismos al margen de la ley. Lo que estamos viendo puede derivar en más violencia y los responsables serán los que se aferran al poder como a una hacienda particular.