Columnistas

La Amazonia llora

He contemplado un mapa cartográfico donde aparece la república de Brasil, en medio; un agujero hecho por el fuego de un cerillo, pero es una imagen difícil de olvidar al saber que el pulmón del mundo se destroza por la mano inmisericorde del hombre.

No nos importa si morimos o vivamos, no importa, lo que importa es que nuestros bajos instintos sean complacidos a plenitud, es por eso por lo que sacamos nuestra arpa y entonamos canciones de alegría porque el fuego vivo de la Amazonia nos sirve de telón, somos Nerones en la noche fatal de Roma.

Qué importa una selva, nos encanta el paisaje del desierto; arenoso, dunas mecidas por la brisa del océano de arena que salpica a la humanidad cuando olas de arena se alejan de las regiones subsaharianas, el follaje verde ha pasado de moda, ya que es monótono ver solo una alfombra de verde que se pierde en el horizonte.

Qué importa si la selva amazónica se daña, esta tiene la facultad de regenerase año tras año, y su vida incontable se reproduce por millones a diario; necio y estúpido pensamiento filosófico que los malhechores tienen, porque primero es la riqueza y el mundo después.

Y qué importa el oro, las esmeraldas, el petróleo, si estos generan avaricia, se desprecia la simple ave que vuela entre los árboles y con las semillas que va dejando regadas crece nueva flora, se desprecia a la hormiga que día a día corta las hojas, primero para ralear la vegetación y penetre la luz solar, segundo porque devora insectos permitiendo el equilibrio.

La Amazonia es cuna del río más largo y caudaloso del mundo; el Amazonas, fuente primaria de agua dulce, fuente de animales salvajes y de víboras inmensas, de folclor y cultura, en su seno aún existen tribus que viven en el paleolítico lo que permite observar cómo el hombre puede vivir en comunión con la madre tierra.

En sus entrañas nacen las plantas más exóticas, plantas medicinales que tiene propiedades curativas contra terribles enfermedades que hoy azotan a la humanidad, existen lugares aún prístinos que aún ningún hombre ha pisado, la biodiversidad es única en todo aspecto donde existen flora y fauna que no se ven en otro lado del orbe.

El hombre sin compasión rompe de tajo la selva, lleva la modernidad a los lugares más inhóspitos, consigo va dejando una estela de destrucción masiva porque destruye árboles de madera preciosa, medicinales, rompe las cadenas para el nacimiento de seres vivos, donde existen miles de especies aún sin descubrir.

Destruimos sin importar nada, somos de mente estrecha y de poca duración, más tenemos un récord criminal desde que aparecimos en esta tierra, hemos hecho desaparecer a inmensos mamíferos que habitaban en la tierra cretácica, extraemos sus tesoros y en el proceso contaminamos con residuos tóxicos que dañan el humus de la tierra, donde jamás crecerá vida, cada día desaparecen especies de la tierra porque destruimos los hábitat de éstos seres vivos y los inmolamos cuando prendemos fuego para destruir grandes zonas de selvas para poder sembrar semilla para alimento y pastizales para criar ganado.

Explotamos los yacimientos petrolíferos que causan contaminación al momento de su perforación, extracción, producción y comercialización.

Contaminamos las tribus selváticas con enfermedades nuevas para ellos que los diezman, y quedamos pasmados cuando encontramos que muchas de estas tribus reducían cabezas de enemigos capturados en batallas y el hombre blanco destruye inmisericordemente tanto hombre, animales y flora.

Son miles de kilómetros cuadrados sometidos a la pira, la sed de destrucción no tiene fin, somos insaciables. Es el hombre es un ser necio, no puede comprender que la destrucción de los pulmones del mundo traerá consecuencias nefastas, la erosión que causa la tala del bosque llevará correntadas en los meses de lluvia que destruirán poblados, el agua de beber empecerá escasear porque las fuentes de agua se secarán, mucha selva no volverá jamás a nacer porque estamos destruyendo los ingredientes que hacen que el humus sea rico y pueda dar alimento a estas plantas a través de sus raíces.

Hoy sustituimos el árbol por una vivienda de mala muerte donde crecerán hijos que continuarán el afán destructivo que tiene sus progenitores porque esa será la cultura que verán y les enseñarán; destruir y destruir.

Ya en sus corrientes de los ríos no nadarán los peces porque el plástico flotará hacia la inmensidad del mar, dejando basura que tarda miles de años en ser reciclada y que en contacto directo con el medio ambiente de estos se desprenden al menos 132 sustancias o grupos de sustancias problemáticas como el triclosán o algunos compuestos con estaño que actúan como biocidas que derramarán su toxicidad al aire y el agua trayendo consigo sustancias sospechosas de ser cancerígenas o disruptivas endocrinas enfermedades terminales, y así nos sentiremos hombres, que hemos conquistado la Amazonia.

Hoy los pueblos y ciudades están oscuros por la densa capa de humo, el sol se ha ocultado, hoy lloramos la muerte de la selva amazónica, hoy el ignorante se alegra de que le den unos billetes arrugados y mugrosos, es el reflejo del alma que despide oscuridad y la luz que enciende es la tea que sirve para incendiar la vida de la humanidad.