Cartas al editor

Las dudas comienzan cuando empiezas a adquirir consciencia, y fue justo lo que me pasó, yo nací y viví casi toda mi vida en la ciudad, hasta mis cuarenta y dos años para ser exacto, porque un día de repente recibí una llamada de mi jefe donde me decía que tenía que mudarme de mi ciudad natal e irme para un pueblo, y que si no aceptaba tenía que irme buscando otro trabajo, y yo que era un citadino de casta, y con lo duro que están los tiempos, sin dudarlo mucho acepté.

Los primeros meses, o sea, los de adaptación fueron muy difíciles, puesto que en este lugar llueve mucho y además, yo no conozco a nadie, hay muchas bellezas naturales, pero no le encuentro mucho sentido ir a disfrutar de un hermoso paisaje en las alturas solo, desde pequeño me enseñaron el catolicismo, y por ende, así conocí de Dios, pero según pasaba el tiempo me di cuenta que esa religión no era para mí, así que decidí ir a la iglesia evangélica, al inicio todo bien, luego de un tiempo comenzaron las exigencias económicas, y comenzaron a hablar de las otras religiones y pues una cosa sí tenía claro, que en la vida no hay verdad absoluta, entonces también dejé de asistir a esa iglesia porque para rematar decían que el fin del mundo estaba cerca, y para mí, el fin del mundo es cuando morimos, me decían que la iglesia era lo máximo y que por eso había que obedecer sus preceptos, no había que dudar de sus dogmas y así por cosas del destino porque entiendo que nada ocurre al azar, conocí a alguien que me dijo: ¿si hubieras nacido en China, en qué Dios creerías? Quedé absorto unos minutos, luego me miró a los ojos, se marchó y yo entendí muchas cosas, para empezar que no tengo que asistir a una iglesia para ser un buen ser humano, que somos energía y por ende la conexión con Dios se logra por la espiritualidad. Y para finalizar, que paradójicamente la luz que iluminaría mi ser, la encontraría en un lugar donde se va mucho la energía, pues ilusión no es sinónimo de iluminación. (Cuento)