Cartas al editor

El hombre y la conservación de la vida

La conservación del medio ambiente no puede ser meramente una actitud romántica y antojadiza o un simple deseo de mantener el paisaje natural para recrear la vista, la conservación de nuestra biosfera, no con fines estéticos y sentimentales sino como lo que es: el hábitat natural del hombre y el sistema productivo que debe permitirle atender las necesidades más básicas como son la alimentación, la salud, la vivienda, la vestimenta y el esparcimiento.

Ahora, es bastante común leer en los periódicos o escuchar por la radio o en las conversaciones, etc., que debemos salvar la finca grande donde hay variados agroecosistemas una área aprovechada para pastos; otra utilizada con bueyes que el agricultor usa para arar sus campos; una parcela pequeña cerca de la casa donde siembra hortaliza una más grande donde el agricultor siembra maíz o frijol, café, caña, otra área cubierta donde el agricultor obtiene leña para consumo familiar.

El hombre mismo interviene en el ecosistema natural sembrando la tierra, abonando el suelo, cosechando, este necesariamente tiene que esforzarse por establecer un nuevo equilibrio, es preciso restablecer esa relación Hombre Naturaleza y Sociedad y Naturaleza. Para muchas personas entre ellas algunos políticos, el “conservacionismo o el ambientalista” tiene la imagen de aquella persona que pone el énfasis proteccionista en salvar las especies poco comunes o únicas y establecer parques nacionales para el goce de las generaciones futuras.

El objetivo de la conservación es salvar de la degradación a los recursos naturales que son necesarios para el funcionamiento de la naturaleza. Si el suelo, agua, el aire, las especies (bancos genéticos) son dañados irreversiblemente nadie los puede aprovechar, por lo tanto, no habrá desarrollo económico sostenible, de estas consideraciones surge el planteamiento tan en boga hoy en día de la necesidad de buscar patrones alternativos de desarrollo.