Opinión

El historiador hondureño

Por vez primera, a partir del próximo 17 de marzo, se conmemora a quienes enseñan y escriben sobre nuestro pretérito, gracias al decreto legislativo no. 208-2013 del 6 septiembre 2013.

Las bases fundacionales de la historiografía patria se deben a la fecunda labor de rescate, clasificación y divulgación documental realizada por Antonio R. Vallejo (1844-1914), fundador del Archivo y Biblioteca Nacional y autor de la primera síntesis de historia patria, comisionado para tal efecto por el presidente Soto (1876-1883). La labor pionera de Vallejo fue complementada por Ramón Rosa quien escribió biografías, entre ellas la de Valle, Morazán (inconclusa), Reyes, Ferrera.

Rómulo E. Durón, Paulino Valladares, Félix Salgado, Lucas Paredes, Rafael Heliodoro Valle (doctorado en historia por la UNAM), Ernesto Alvarado García, José Reina Valenzuela, Víctor Cáceres Lara, Medardo Mejía, Guillermo Mayes Huete (licenciado en historia por la Usac), abordaron temáticas del período republicano y, ocasionalmente, de la época colonial.

A partir de los setenta en adelante, del siglo XX, la historiografía hondureña recibió un impulso adicional con la incorporación de compatriotas graduados en universidades del exterior: Mario Martínez Castillo, Marcos Carías, Laura Gálvez, Mario R. Argueta, acompañados por sus colegas foráneos Marielos Chaverri y Héctor Pérez Brignoli. Todos(as) impartieron cátedra en la UNAH, algunos también en la Escuela Superior del Profesorado (actual Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán).

La creación de la carrera de historia en el Alma Máter se constituyó en factor determinante para incrementar el interés por esta disciplina, que atrajo a jóvenes deseosos de profesionalizarse.

Mención especial merecen los historiadores empíricos locales. Con su entusiasmo e investigaciones relativas a sus comunidades locales contribuyen a la comprensión de la microhistoria, indispensable para integrarla en contextos más amplios.

Hoy contamos con colegas que se han especializado en temáticas puntuales: historiografía (Rolando Sierra, Darío Euraque, Mario R. Argueta); genealogía e historia diplomática (Ismael Zepeda); historia empresarial (Rodolfo Pastor Fasquelle); etnohistoria (Euraque, Marvin Barahona); historia educativa y local (Jesús Evelio Inestroza); historia urbana (Daniela Navarrete, Manuel Aguilar); historia colonial (Mario Martínez Castillo y Salomón Sagastume, ambos fallecidos; Libny Ventura, Omar Aquiles Valladares); historia del arte (Martínez Castillo y Leticia de Oyuela, fallecidos); historia económica (Euraque y José Guevara Escudero); historia política del siglo XIX (Porfirio Pérez, Ethel García Buchard); historia social (Jorge Amaya, Barahona, Argueta); historia política del siglo XX (Carlos Contreras, fallecido; Euraque, Argueta); historia demográfica (Manuel Flores, Euraque).

Figuras históricas individuales, notablemente Morazán, han sido objeto de estudio por Eduardo Martínez López, Filander Díaz Chávez, Miguel R. Ortega, Miguel Cálix Suazo, entre otros.

Otros colegas se han dedicado básicamente a la enseñanza, destacando las innovaciones tecnológicas utilizadas como auxiliar complementario por Luis Sánchez.

Se han escrito varias síntesis de historia nacional y, sin duda, hasta el presente la mejor lograda es la descrita por Marcos Carías: “De la patria del criollo a la patria compartida”.

Un útil directorio de historiadores hondureños fue compilado por José González (2005).

No omitamos los aportes debidos a historiadores extranjeros, entre ellos: Robustiano Vera, Robert Chamberlain, Luis Mariñas Otero, Charles Brand, Kenneth Finney, Bernabé Hernández Fernández, William Davidson, Linda Newson, John Moran, John Soluri.

El Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH), las editoriales Universitaria, Guaymuras y Centro Editor han publicado libros y revistas de importancia histórica, al igual que la Academia Hondureña de Geografía e Historia (AHGH).

El Archivo Nacional ha impreso valiosas guías con sus fondos, debidas a Carlos Maldonado y Douglas Vargas.

El futuro se presenta promisorio para el avance de la historiografía nacional, toda vez que sus practicantes estemos actualizados en cuanto a enfoques, técnicas, metodologías y contenidos.

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