Hondureños en el Mundo

El dolor de un migrante hondureño al despedirse de su hija: 'Si ves una luz, no vayas hacia ella'

Una menor hondureña en Estados Unidos tomó la fatal decisión de quitarse la vida, agobiada supuestamente por la ausencia de su padre, que no podía cruzar la frontera

18.07.2019

NUEVA YORK, ESTADOS UNIDOS.- Manuel Gámez luchó sin cansancio por cruzar la frontera de Estados Unidos. Quería reencontrarse con su hija, de 13 años, en Nueva York, pero en su último intento terminó en un centro de detención y su pequeña -dolida por la situación- tomó una decisión fatal.

Heydi Gámez García fue hallada colgada del cable de un cargador de teléfono en su habitación, semanas después de conocer que su progenitor había sido atrapado por la Patrulla Fronteriza y atravesar una fuerte depresión.

La dolorosa historia del padre hondureño y la menor se conoció a través de un reportaje de New York Times, titulado 'El amor de una hija lo esperaba, pero el padre migrante no pudo llegar a tiempo'.

El artículo ilustra la vida trágica de la familia Gámez: cómo Heydi terminó en Estados Unidos protegida con asilo -empujada por la violencia en Honduras- con nuevos bríos y retos, pero resintiendo la ausencia de su padre -a quien le negaban la entrada-.

La depresión: Ella en EE UU, él en Honduras
El primero en emigrar fue Manuel, cuando Heydi estaba muy pequeña. Como la madre había abandonado a la niña a los dos meses de nacida, él tomó la decisión de dejarla al cuidado de los abuelos paternos.

Mientras la violencia es uno de los principales factores para abandonar Honduras, paradójicamente fue un motivo para Manuel de regresar a su natal El Progreso: el abuelo de Heydi había sido asesinado por pandilleros tras negarse a entregar una camioneta.

'No había nadie para cuidar a Heydi o a Zoila; mi mamá estaba muy enferma (...) pensé que podía ser riesgoso volver, pero no podía dejarlas solas allá', relató el hondureño a NYT. Un año después, la madre de Gámez moría de diabetes.

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Tras esta situación -y sintiéndose vulnerable por la inseguridad-, Manuel decidió que era mejor que Heydi creciera en Estados Unidos en un ambiente seguro, pero el hondureño entendía que viajar -y lograr ingresar- no sería tan fácil como antes.

Era 2015 y un año antes, en 2014, había explotado la crisis de menores indocumentados que viajaban solos, por lo que el gobierno estadounidense apretaba sus políticas migratorias para frenar la oleada.


Así que Manuel envió a Heydi y él esperó en Honduras por si deportaban a su hija. En un giro afortunado, la menor ingresó en Estados Unidos y recibió asilo político por el ambiente de violencia de donde escapaba. La esperaba su familia en Long Island (Nueva York) y un mundo nuevo de oportunidades.


La familia asegura que Heydi se adaptó bien en Estados Unidos. Aprendió inglés y lo ponía en práctica en sus pláticas frecuentes con su papá. Ella ya imaginaba su futuro junto a su padre, pero el retorno de este se volvía improbable.


En uno de sus tres intentos, alegó que corría peligro en Honduras. Manuel planteó los mismos argumentos que su hija para solicitar asilo, pero en una ambigua decisión, las autoridades estadounidenses resolvieron negarle la petición y devolverlo a suelo hondureño.


El plan del padre era volver cuando la adolescente se acercara a los 15 años y, así, celebrarle la fiesta de quinceaños, pero decidió apresurar el viaje para junio pasado al sentir a su hija con depresión.


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En el último intento, Manuel volvió a caer en las garras de la Patrulla Fronteriza. Según sus parientes en Estados Unidos, la noticia destruyó a Heydi. La joven de 13 años se aisló de los demás y hace unos días se encerró en su habitación para tomar la fatal decisión.


Fue hallada a tiempo para movilizarla al hospital, pero el estado era delicado. Habían pocas esperanzas.


El 13 de julio, el Servicio de Inmigración y Aduanas aceptó una petición del abogado del hondureño para liberarlo de la custodia con el fin de que estuviera con su hija.


Las autoridades lo mandaron en un avión con un boleto de ida y vuelta. Le dieron 14 días para despedirse de Heydi, aunque él todavía no estaba informado de la situación. Supo todos los detalles al llegar al hospital.


“Mi querida, mi querida, por favor”, dijo en voz baja, mientras le acariciaba la cabeza. “Por favor, si ves una luz, no vayas hacia ella, por favor”, según el momento captado por los reporteros de NYT.

“Estoy aquí, te amo”, susurró. Todos mis sueños están en su corazón. Todos se han ido con ella”. Manuel planeaba autorizar este jueves al equipo médico a quitar el equipo de soporte vital.


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