Honduras

Reloj de Comayagua lleva casi mil años dando la hora

Durante nueve años Juan Francisco Pineda ha aceitado y reemplazado las piezas de acero que se desgastan de la maquinaria

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30.12.2018

COMAYAGUA, HONDURAS.- Cada minuto y hora que marca la maquinaria del reloj más antiguo de América, fabricado hace 918 años, tiene un responsable y ese es Juan Francisco Pineda, el único hombre que conoce como la palma de su mano cada pieza de esta reliquia.

Pineda, de 42 años, originario de Comayagua, tiene nueve años de estar brindando mantenimiento a la maquinaria del reloj ubicada en el campanario de la catedral Inmaculada Concepción.

El reloj se ha convertido en un ícono para Honduras y es utilizado para hacer el conteo regresivo para recibir el Año Nuevo mediante el evento nacional de las 12 campanadas el 31 de diciembre.

Sin embargo, la vida de esta maquinaria de acero que da la hora casi con exactitud es gracias a Pineda, un relojero que ha hecho del campanario su segunda casa.

Y es que su trabajo consiste en aceitar, ajustar y cambiar las piezas de acero que da los minutos y
la hora.

“Mi actividad de mantenimiento lo hago en 45 minutos todos los días, porque el reloj es manual, no automático; hago el chequeo de líquidos, grasas para el engranaje y hay que chequear la hora que es el punto clave para que funcione el reloj”, reveló Pineda.

Piezas del reloj
La maquinaria del reloj está compuesta por tres engranajes, uno para el péndulo, otro para dar el cuarto de hora (15 minutos) y el tercero para dar la hora.

Para que estos engranajes de acero se muevan sin problemas existen lazos de nailon gruesos que sostienen tres pesas con aproximadamente 120 libras cada una, que se mueven por gravedad para crear el movimiento de
las ruedas.

“Es un reloj de gravedad, entonces hacemos el levantamiento de pesa porque es la energía que ocupa para seguir marcando las cuarto de ahora y las horas”, agregó.

Los cables que sostienen las pesas se tienen que cambiar de tres a cuatro veces al año para que no se vayan a romper por el desgaste que sufren por el movimiento.

Para crear el sonido de cada hora que pasa se han adaptado dos campanas. Una se llama San Emiglia, fabricada en 1821, que suena cada cuarto de hora y la otra de nombre la Inmaculada, hecha en 1749, que repica cada vez que se marca la hora y se ubican un piso más arriba de donde se encuentra la máquina del reloj.

La maquinaria de esta joya patrimonial está protegida por una caja de vidrio gruesa para evitar que le caiga polvo o excremento de las aves que suben al campanario.

Además, es indispensable para evitar el daño que pueda ser provocado por las personas que visitan cada año el reloj para conocer su funcionamiento.

Para Pineda, su trabajo de mantener el reloj se ha convertido en un privilegio y pasión que quiere seguir haciendo por muchos años.

“Hasta que la Alcaldía me lo permita y lo seguiré operando por amor y porque me gusta ver la máquina cómo funciona a pesar de su antigüedad y por la calidad de trabajo que se hace para mantenerla con vida”, aseguró el relojero.

Alcaldía
Es de mencionar que la Alcaldía de Comayagua se ha encargado de pagar los costos del mantenimiento.

Para mantener las piezas funcionando la comuna contrató un relojero experto de Guatemala para reactivar la maquinaria hace 20 años y capacitar a Pineda para que quedara a cargo del reloj.

“Hablamos de 918 años funcionando, es realmente una maravilla y cuando llegamos a la Alcaldía estaba en desuso, pero considerando la importancia que representa esta joya patrimonial para Honduras y Comayagua, buscamos la persona idónea en Guatemala para que lo pudiera revisar y rehabilitarlo para que funcionara y capacitara a la persona que hoy le da mantenimiento”, expresó el alcalde Carlos Miranda.

El edil declaró que gasta al mes un poco más de 3,000 lempiras en el mantenimiento de la maquinaria, siempre y cuando no haya que reparar alguna pieza porque entonces los costos aumentan.

Es de destacar que el reloj de la catedral es el más visitado durante el año por los turistas nacionales y extranjeros que llegan a la ciudad.

En época de Semana Santa suben a ver el reloj más de 30,000 turistas y pagan entre 30 a 40 lempiras por tener esa experiencia de estar frente a esta joya