Honduras

“Creo en Dios, en Él está mi fe y confianza”: La carta abierta de Juan Orlando Hernández

En la misiva de tres páginas, el exmandatario no ocultó su tristeza por la posibilidad de no volver a ver nunca más a sus seres queridos
28.03.2022

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Antes de conocer el fallo del Pleno de Magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) sobre el recurso de apelación contra su extradición hacia Estados Unidos, el expresidente Juan Orlando Hernández publicó una carta abierta que relata todo lo que ha vivido tras ser detenido el pasado 15 de febrero.

El texto de tres páginas escrito con su puño y letra fue compartido en la cuenta de Twitter de su esposa, la ex primera dama Ana García de Hernández.

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En la mayoría de fragmentos de la misiva, el expresidente hondureño expresa su pesar sobre la posibilidad de no volver a ver a sus seres queridos si ratifican su extradición hacia Estados Unidos.

Asimismo, lamenta no poder cumplir sus planes tras dejar la presidencia de la República el pasado 27 de enero.

“Es una venganza de los cárteles”

Juan Orlando Hernández, una vez más, mantuvo firme su postura de inocencia ante las acusaciones hechas por la justicia de Estados Unidos. Reiteró que todo responde a una venganza de los cárteles de la droga y que “se trata de una trama orquestada para que ningún gobierno vuelva a hacerles frente”.

De igual manera, manifestó que ha sido víctima de una campaña de odio y desinformación durante el proceso legal que enfrenta.

En el último punto de su carta abierta, Hernández agradeció las oraciones hechas por simpatizantes del Partido Nacional.

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La carta íntegra de Juan Orlando Hernández:

Es muy doloroso lo que estoy viviendo. Es muy duro estar separado de mi familia, mis seres queridos, privado de tantas cosas. Cuando pienso en mis nietas Violeta y Olivia, se viene a mi mente la posibilidad de no verlas nunca más. Que no podré entregar a mis menores hijas Daniela e Isabela cuando decidan casarse, que no podré ver Honduras y su gente.

Todo cambió, todos los planes que tenía para mi retiro, después de tantos años de trabajo. Al final concluyó en la posibilidad de que al enfrentar cargos por res cadenas perpetuas podría llegar a convertirme muerto en vida.

Vean un ejemplo: mi abuela Chayo murió al inicio de mi detención, no solo no pude asistir a su sepelio, tampoco pude llamar a mi madre Elvira, a mis tíos para decirles que al igual que ellos sentía un profundo dolor por la muerte de su mamá, mi abuela Rosario.

Nunca creí que esta lucha por la paz de nosotros los hondureños me llevaría a convertirme en privado de libertad. Nunca creí que la respuesta a muchos años dedicados al trabajo por la seguridad nos llevarían a ser calificados como narcoestado. Sabía que esta lucha no sería fácil, tendría muchos riesgos. También creí que con la voluntad sincera de las instituciones y sectores del país, más el acompañamiento activo de nuestros socios aliados sería un ganar ganar.

SOY INOCENTE. SOY VÍCTIMA DE UNA VENGANZA Y UNA CONSPIRACIÓN. ESTOY SEGURO QUE DIOS ME HARÁ JUSTICIA.

Esto es una venganza de los cárteles, es una trama orquestada para que ningún gobierno vuelva a hacerles frente. Parte de esa conspiración ha sido una campaña de odio y desinformación. Pero es evidente, las contradicciones de los delincuentes juicio tras juicio, mienten y se contradicen. Además que también es evidente, que después de entregarse o ser capturados pasaron meses, años, declarando y nunca me mencionaron. Hasta que iniciaron la ejecución de su venganza y además buscando reducir sus condenas y devolución de sus bienes entre otros beneficios.

Hace poco leí lo que dijo Alfredo Landaverde: “... El pueblo todos nosotros sabemos quienes son. No solo yo porque trabajé en la Policía, la gente común sabe quienes eran los jefes del crimen organizado en sus municipios en su comunidad”. Y yo agrego: Dios nos conoce a todos, no solo en nuestras acciones, también en pensamientos.

Ojalá no sea tarde. No sea tarde para nosotros como familia. No sea tarde para quienes han sido sorprendidos, porque dudan de nosotros o les creen a los delincuentes. No sea tarde para Honduras. No sea tarde para los pueblos que quieran vivir en paz. No sea tarde y que sufran la pena de reconocer que tomaron esta trama, estas acusaciones, a la ligera o cayeron en la desinformación. Si es tarde, no podrán justificarlo frente a sus familias, colegas y frente al juicio de la historia.

Solo espero que se haga justicia. Que se respete el derecho que nos asiste a las personas y a las naciones. Si así fuera esta trama se para de inmediato.

CREO EN DIOS, SÉ QUE ÉL ES JUSTO.

Él es nuestro juez, conoce nuestros pensamientos y actuaciones. De él nada escapa.

También entiendo que él tiene sus propósitos, sus planes y sus formas de hacer las cosas. En él está mi fe y confianza.

Quiero agradecer a todos los que oran y nos tienen en sus pensamientos con buenos deseos y aún aquellos que nos adversan les digo, que los perdonamos. Esto porque cuando hablamos con Ana, mi madre, mis hijos y seres queridos me doy cuenta de sus oraciones y buenos deseos.

SOY INOCENTE, CONFÍO EN LA JUSTICIA Y MISERICORDIA DE DIOS.