Las últimas horas de Jenni Rivera: De llorar en su concierto a detenerse para comprar sopa
A 13 años de la muerte de la "Diva de la Banda" persiste la mirada hacia las horas que precedieron la tragedia aérea que apagó su voz en 2012
- 09 de diciembre de 2025 a las 16:18
A 13 años de su fallecimiento, el recuerdo de Jenni Rivera vuelve sobre las últimas horas que vivió en Monterrey, donde coincidieron el vértigo de la fama y una agenda agotadora que reflejaba el gran momento que atravesaba. La artista había llegado a la ciudad tras una presentación en Colima y se movía entre ensayos, compromisos y preparativos para el concierto que abarrotó la Arena Monterrey.
Antes de subir al escenario por última vez compartió una comida sobria con su círculo cercano en un restaurante tradicional, donde pidió una paleta de cabro y evitó las tortillas para no afectar su desempeño más tarde, aseguraron fuentes cercanas a medios mexicanos. Tras el ensayo regresó al recinto y se alistó para una actuación que congregó cerca de 17,000 personas, un lleno histórico que la emocionó profundamente.
Durante casi cuatro horas interpretó los temas que consolidaron su presencia en el regional mexicano. Recibió discos de oro y platino por "Joyas prestadas" y se quebró al cantar "Paloma negra".
Más tarde comentó que ciertas canciones la estremecían, aunque vivía un periodo particularmente favorable. Disfrutaba su participación en La Voz México y celebraba el rumbo de los proyectos televisivos y cinematográficos que estaban por estrenarse.
Al concluir el espectáculo habría ofrecido una conferencia de prensa alrededor de la 1:30 de la madrugada. En ese encuentro habló de la demanda que había ganado contra su exesposo y dejó un mensaje que con el paso del tiempo se volvió emblemático. “Lo que ves es lo que soy. Soy una mujer como cualquier otra y me pasan cosas feas como a cualquier otra mujer. El número de veces que me he caído es el número de veces que me he levantado”.
Después de la conferencia se dirigió al aeropuerto. En el trayecto pidió detenerse en una tienda de conveniencia para comprar una sopa y preparar un té caliente. Una fuente recordó que eran alrededor de las 2:20 a.m. cuando la vio entrar al establecimiento.
Rivera regresó a la camioneta y llamó a su publicista Arturo Rivera para pedir que la avisaran cuando todos estuvieran listos para abordar porque se sentía exhausta.
A las 3:08 de la madrugada escribió a su amigo Javier Estrella para tranquilizarlo después de que la vio llorar sobre el escenario (en la interpretación de "Paloma negra"). Le aseguró que estaba bien y dejó un mensaje que hoy resulta inevitablemente conmovedor. “La verdad tengo paz. Soy muy feliz. Estoy tranquila, te lo prometo. Ciertas canciones me hacen llorar, pero es todo. Dios está conmigo. Confío en él”.
El Learjet 25 despegó pasada las 3:20 a.m. con destino a Toluca (para luego volar hacia Ciudad de México). Los pilotos Miguel Pérez y Alejandro Torres tenían la misión de trasladar a la artista y a su equipo integrado por Arturo Rivera, Mario Macías, Jacob Yebale y Gerardo N.
Minutos después de alcanzar los 28,000 pies de altura surgieron dificultades. Informes obtenidos por Univision Investiga indicaron que la aeronave descendió a 600 millas por hora durante 22 segundos hasta impactar en la sierra de Iturbide (región montañosa en Nuevo León, México).
“Fue una explosión tan fuerte que los cerros retumbaron”, relató Rosendo Rodríguez, vecino de la zona al medio ante citado. La fuerza del impacto dispersó los restos en una extensión de aproximadamente 300 metros. Horas más tarde se confirmó que no había sobrevivientes.
La noticia se difundió el 9 de diciembre mientras los equipos de emergencia rastreaban la zona. Con el hallazgo de la aeronave se corroboró la muerte de la "Diva de la banda", quien tenía 43 años.
El fallecimiento paralizó a la industria musical y desató homenajes en México y Estados Unidos.
A 13 años del accidente persisten teorías y conjeturas sobre señales previas a la tragedia, impulsadas por seguidores que han interpretado cada gesto de esas horas finales como una pista. Nada ha cambiado la realidad de aquel amanecer en Nuevo León, aunque el legado de Rivera continúa expandiéndose con una fuerza que se mantiene inalterable.