"Tito" Asfura, el político de “la racha activa”

Lejos de los discursos confrontativos, “Papi a la Orden” apuesta por la unidad y la acción. El candidato de “la racha activa” se reinventa con un aire más moderno y pragmático, decidido a convencer con hechos antes que con palabras

  • Actualizado: 16 de noviembre de 2025 a las 22:00

Tegucigalpa, Honduras.

“Trabajo, trabajo y más trabajo”. La frase, repetida con la energía de quien prefiere la acción antes que los discursos, resume la filosofía de vida de Nasry Juan Asfura Zablah, conocido por todos como "Tito" o "Papi a la Orden".

Es empresario, político y, para muchos, un hombre de carácter simple, reservado, pero tenaz. En el Partido Nacional de Honduras (PNH) es una figura que genera adhesión y también debate, pues con sus 67 años es símbolo de la vieja guardia para algunos, y esperanza de renovación para otros.

“Papi es un hombre que cuando se le plantea alguna necesidad o proyecto dice ‘si puedo o no puedo, con esto cuente’. Un hombre bien transparente en las cosas que hace que si él puede apoyar él dice sí y si no puede, no da esperanza para no engañar”, relató la reconocida dirigente del Partido Nacional y ahora candidata a diputada suplente Mercedes Saravia.

Además, “Tito”, diminutivo de “Nasryto”, como le decían de cariño en su familia, ha sabido mantenerse al margen de las disputas internas de su partido, una estrategia que le ha permitido proyectarse como el candidato tradicional y confiable para los votantes indecisos, en medio del surgimiento de nuevas figuras políticas y de un oficialismo que ya conocen por su forma de gobernar.

Sus enormes burros, el jean azul y la clásica camisa de botones azul celeste se han convertido en símbolos inconfundibles de todas sus campañas, pues proyecta una imagen que refuerza su cercanía con la gente y con el trabajo de campo.

Su figura siempre ha destacado por su estatura esbelta y elegante. A pesar de las canas que coronan su experiencia y las más de tres décadas que lleva encima, su energía no se apaga, pues en diversos videos se ve su ritmo vibrante, casi contagioso, y su actitud carismática.

Su manera de hablar —rápida, directa, a veces atropellada— refleja su forma de hacer las cosas. “Yo no hablo, hago”, repite con frecuencia. Es un lema que lo ha acompañado desde sus días como constructor y que intenta trasladar ahora a su discurso político.

Un analista cercano al Partido Nacional, que prefirió no ser citado para este artículo, lo describió como “un hombre apacible, con gran devoción por el trabajo, dedicado a su familia; pero con escasas ideas sobre los problemas y las fuerzas opositoras, especialmente sobre el expresidente Manuel Zelaya Rosales".

A su juicio, Asfura es “un ingenuo que reconoce sus propias limitaciones y que admira a la gente de talento”. Sin embargo, destaca su capacidad de trabajo en equipo y resume su valoración al decir que “es el menos peor de los tres —presidenciables más fuertes— (entre Rixi Moncada y Salvador Nasralla)”.

Aunque las encuestas lo colocan entre los primeros puestos, ‘Tito’ reconoce que los resultados finales definirán la elección.

Cambios

30

de noviembre

es la fecha en que Honduras elegirá presidente en un escenario político marcado por las tres fuerzas competitivas

En sus primeras campañas, Nasry Asfura mantenía una distancia calculada con los medios de comunicación. No concedía entrevistas, evitaba pronunciarse sobre temas políticos y se mostraba ajeno al bullicio de las redes sociales.

Era, en apariencia, un hombre de trabajo más que de discursos. Pero con el paso de los años, especialmente desde su primera aspiración presidencial, esa reserva comenzó a ceder.

En la contienda de 2025, el candidato luce distinto, pues baila, grita con entusiasmo en sus recorridos y hasta se suma a las tendencias de TikTok, con videos cortos recomendando incluso cuidar o activar “la racha” —un término para referirse a una secuencia de días consecutivos en que los usuarios intercambian mensajes o videos para mantener activa su interacción—.

También se le percibe en una faceta más distendida, participando como invitado en diversos pódcast, donde combina su estilo campechano con un discurso empático hacia la ciudadanía y mesurado frente a sus adversarios.

Sus críticos sostienen que sus entrevistas responden a una estrategia cuidadosamente planificada, en la que las preguntas habrían sido previamente acordadas para garantizar un desarrollo controlado y evitar que el candidato enfrente situaciones incómodas o quede en evidencia ante la opinión pública.

EL HERALDO Plus intentó concretar una entrevista con Asfura a través de su equipo de comunicaciones, con el objetivo de profundizar en aspectos de su personalidad y propuestas. A pesar de múltiples gestiones realizadas durante aproximadamente tres semanas, hasta el cierre de esta edición no se obtuvo respuesta.

Una particularidad de "Papi a la Orden" es que utiliza teléfonos antiguos, como el Motorola V3i, pues argumenta que es más práctico para llamadas rápidas, ya que su tamaño le permite tener hasta tres en una sola mano.

Sin embargo, “Papi” también ha mostrado que también usa un iPhone, se desconoce qué modelo, pero parece ser uno de los más modernos, lo cual tendría sentido para estar actualizado y al tanto de los problemas sociales que surgen también a través de la ola de las redes sociales.

Nasry, fiel a su estilo, sigue usando los mismos teléfonos de sus primeras campañas para mantenerse cercano a la gente.

Al candidato no se le ve rodeado de lujos ni de aparatos de seguridad ostentosos. Sin embargo, amasa una fortuna que sobrepasa los 1.7 millones de dólares (unos L44.8 millones), según él mismo ha contado.

Pese a ello, sostiene que su participación en política no responde a intereses económicos, sino a un compromiso con el país.

“Tenemos una responsabilidad como hondureños, nosotros no podemos solo dedicarnos a criticar”, afirmó. Aseguró que decidió involucrarse “para poner todo lo que siento y pienso, mi esfuerzo, mi trabajo y mis manos al servicio de la gente, para poder ayudar y servir”, dijo recientemente en un podcast.

Mantiene un círculo íntimo pequeño y un muro infranqueable en torno a su familia. Es celoso de su vida privada y cuidadoso con lo que comparte. En palabras de quienes lo conocen, “su combustible no es la exposición ni la política, sino el trabajo y la fuerza que le brinda su hogar”.

Historia

Nacido en Tegucigalpa el 8 de junio de 1958, "Tito" creció en el seno de una familia de inmigrantes palestinos dedicados al comercio, sus padres fueron Juan Asfura y Gloria Zablah.

Desde joven mostró una inclinación por los negocios y por el trabajo duro —una característica que sus allegados definen como su distintivo—.

Quienes lo conocen desde sus días de estudiante en el Instituto Católico San Francisco recuerdan a un joven inquieto, responsable, con carácter firme, humilde y una sonrisa contagiosa. En tanto, quienes lo conocen en la política aseguran que esas características no han cambiado.

Una imagen de Nasry Asfura en su primera comunión, reflejo de sus primeros años y tradiciones familiares.

"Creo que la humildad de él es lo más valioso que tiene, lo hemos visto quebrarse por situaciones vulnerables, pero al mismo tiempo resolverlas", relató Rossy Rouse, miembro de las bases más longevas del Partido Nacional.

Inició sus estudios de Ingeniería civil en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), pero no la concluyó. Decidió dedicarse desde temprana edad a la construcción junto a su progenitor.

Está casado con Lissette del Cid de Asfura, madre de sus tres hijas: Stephanie, Monique (quien le maneja las comunicaciones en la campaña electoral 2025) y Alexandra.

La familia Asfura Zablah tras ejercer su derecho al voto en las elecciones de 2013.

En cada aparición pública, refleja la importancia que su familia tiene en su vida y el cariño que profesa a su esposa Lissette, a quien no duda en abrazar o besar con ternura.

Fuera de la política, “Tito” es descrito como un hombre sencillo, de rutinas estrictas. Madruga, come tortillas con frijoles y mantequilla que, por cierto, ha dicho que es su comida favorita y dedica buena parte del día a recorrer comunidades del país.

A “Papi” en su familia le decían Nasryto, un diminutivo heredado de su padre, con quien compartía el nombre. De ese apelativo familiar nació el “Tito” que todos conocen. En el colegio, sus compañeros lo llamaban Nash, pero con los años surgiría otro nombre que marcaría su identidad pública: “Papi a la orden”.

La frase nació de manera espontánea en junio de 2004, durante su campaña para la alcaldía de Tegucigalpa. Él mismo ha relatado que, mientras supervisaba trabajos en la zona de La Vega, un taxista le gritó: “Tito, ¡qué bien lo que está haciendo!”. Sin pensarlo, le respondió “¡Qué bien, papi, ya va a ver que vamos a estar a la orden!”.

Minutos después, una volqueta que pasaba recibió la misma respuesta, y así, entre el polvo, el sudor y la cercanía con la gente, nació el lema que desde entonces se convirtió en su sello personal.

Propuestas

Este medio intentó obtener el documento oficial del plan de gobierno a través de distintos enlaces y contactos del equipo de campaña. No obstante, hasta inicios de noviembre no se había recibido el documento, y solo se contaba con las declaraciones públicas del candidato sobre diversos temas.

Fue hasta el 11 de noviembre, apenas 19 días antes de las elecciones, que realizó un evento público para presentarlo oficialmente.

“Papi a la Orden” ha declarado públicamente que su gestión se centrará en tres pilares fundamentales: empleo, salud y educación. Su propuesta se basa en un modelo descentralizado, donde los 298 alcaldes actúen como extensiones del gobierno central.

En relación con las inquietudes sobre programas vigentes del actual Gobierno —como la energía gratuita para personas de bajos recursos y la eliminación de peajes— ha manifestado que estos serán objeto de evaluación para determinar su viabilidad y sostenibilidad a largo plazo.

El plan de gobierno “Juntos Vamos a Estar Bien 2026-2030” propone una visión de país sustentada en la prevención social, la creación de empleo y la gestión responsable de los recursos públicos como pilares para alcanzar el desarrollo y la seguridad ciudadana.

En el documento, Asfura plantea que la política pública y la política social deben generar sinergias capaces de producir cohesión social, trabajo y estabilidad democrática, partiendo del respeto al Estado de derecho y a la legalidad.

El plan sostiene que “la seguridad de las personas es un asunto de vida” y que los esfuerzos deben enfocarse en protegerla desde la prevención.

Para ello, propone programas comunitarios de prevención de la violencia, educación en valores y atención psicológica a jóvenes en riesgo, orientados a atacar las causas estructurales de la criminalidad.

Asimismo, plantea el fortalecimiento de las capacidades de investigación del Ministerio Público y la Policía Nacional, con capacitación en técnicas forenses y uso de tecnología avanzada.

El documento también contempla una Estrategia Nacional Anti-Extorsión, basada en inteligencia financiera, canales seguros de denuncia y protección a víctimas y testigos.

Asfura reconoce en el plan que el Estado no puede ser el principal generador de empleo, por lo que su propuesta económica se apoya en la inversión privada nacional y extranjera, dentro de un marco de seguridad jurídica y estabilidad macroeconómica.

Promete simplificar trámites, reducir la burocracia, proteger la propiedad privada y ofrecer incentivos claros a las empresas que generen empleo digno.

El documento resalta la infraestructura como “la base del desarrollo”, proponiendo la pavimentación y rehabilitación de 5,000 kilómetros de red vial principal y secundaria, la creación de un Fondo Nacional de Mantenimiento Vial, y la implementación de sistemas de gestión de pavimentos para optimizar el uso de los recursos.

En el área social, el plan propone una reforma educativa con enfoque STEAM (acrónimo en inglés para aglutina Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Artes y Matemáticas), la vinculación entre el sistema educativo y el sector productivo, y programas de becas para estudiantes vulnerables.

En salud, plantea reducir la mora quirúrgica, garantizar el suministro de medicamentos y construir nueva infraestructura hospitalaria en zonas con alta demanda.

La política social se centra en reducir la pobreza mediante la ampliación de servicios básicos, el acceso a vivienda digna, programas de protección con enfoque de género y la promoción de empleo digno a través de apoyo a las MIPYMES y capacitación laboral.

Nasry Asfura durante la presentación de su plan de gobierno.

Trayectoria

Su carrera política comenzó mucho después de haberse consolidado como empresario. Propietario de compañías dedicadas a la construcción, Asfura dio sus primeros pasos en la política en la década de los noventa, como asistente de la exalcaldesa Nora Gúnera de Melgar y parte del equipo del exalcalde César Castellanos.

Su salto real llegó entre 2006 y 2010, cuando fue regidor del Distrito Central durante la gestión de Ricardo Álvarez, tras perder ante él en primarias. Desde entonces, su nombre empezó a sonar con fuerza en los círculos del poder nacionalista.

Luego, de 2010 a 2014 asumió como diputado al Congreso Nacional y también fue nombrado ministro del Fondo Hondureño de Inversión Social (FHIS).

Después, emprendió su mayor desafío, que fue postularse como alcalde de la capital. Ganó con amplio margen (con 60% para 2014-2018 y con 74% su reelección). Su administración se caracterizó con estilo de gestión eminentemente práctico, más de “burros” y camisa que de corbata.

Durante su gestión se impulsó la construcción y remodelación de rotondas, túneles, pasos a desnivel y puentes, con el propósito de modernizar la red vial y aliviar el tráfico en la capital. Su presencia era común en las calles, supervisando obras o conduciendo maquinaria. “Yo no soy político de escritorio”, solía decir.

Su gestión alcanzó tal nivel de reconocimiento que incluso sus críticos no pudieron ignorarla. Manuel Zelaya Rosales, expresidente de Honduras, llegó a afirmar públicamente que Asfura había sido “el mejor alcalde que ha tenido la capital en los últimos 100 años”.

Además, Salvador Nasralla, en su momento, aseguró en el pasado que, si los nacionalistas elegían a Asfura como candidato presidencial, él se retiraría de la contienda al reconocer su liderazgo.

Sus simpatizantes destacan su disciplina y su carácter incansable, mientras sus detractores lo acusan de hermetismo y poca apertura a la crítica.

En la alcaldía impulsó proyectos de infraestructura vial, mejoramiento de barrios y programas sociales, pero también enfrentó cuestionamientos por la falta de transparencia en la ejecución de algunos contratos.

Nasry, desde los inicios de su carrera política, construyó una imagen de esfuerzo y dedicación.

Acusación

En 2019 fue investigado por presunto desvío de fondos durante su gestión como alcalde del Distrito Central.

El caso ganó notoriedad en 2020 con la solicitud de un antejuicio por el uso de cheques municipales para gastos personales y transferencias a cuentas privadas. Asfura defendió que se trataba de agilizar procesos, siempre reembolsados.

En 2023 enfrentó restricciones como prohibición de viajar y pago de una fianza de 22 millones de lempiras, que luego logró levantar, reafirmando su inocencia y consolidando su imagen de político centrado en el trabajo y la experiencia pública.

Este proceso también le acarreó conflictos internos en la cúpula del partido azul, bajo las acusaciones que sostuvo negociaciones con el oficialismo a cambio de librarse de un posible juicio e inhabilitación política, versión que él negó rotundamente.

Para el analista Germán Licona, estos antecedentes evidencian una situación delicada que, en su opinión, debería ser considerada antes de cualquier aspiración presidencial.

“Si bien es cierto que los mismos políticos flexibilizan las leyes para que sucedan este tipo de situaciones, esto roza lo ético y lo moral. En realidad, él no debería ser candidato por esas consideraciones. Sin embargo, al final, es la clase política la que decide poner y quitar ‘reyes’ dentro de los partidos, lo que genera situaciones delicadas que, en un país de primer mundo, no se darían”, indicó Licona.

A pesar de los señalamientos, “Papi” fue candidato presidencial por el Partido Nacional en 2021, tras la era de Juan Orlando Hernández. Aunque logró mantener una base sólida de votantes, la derrota ante Xiomara Castro marcó un golpe político para la estructura nacionalista, que intentaba reponerse del desgaste de 12 años en el poder.

Asfura mostró civismo al felicitar a Xiomara Castro por su triunfo presidencial.

Sin embargo, Asfura no se retiró del todo. Mantuvo silencio público durante meses, hasta reaparecer en 2024 con un discurso centrado en la reconciliación y la reconstrucción interna del partido.

“Los hondureños están cansados de las peleas, quieren soluciones”, expresó recientemente en el diálogo universitario. Su tono fue más pausado, reflexivo, pero firme.

En esta nueva contienda electoral, Asfura vuelve al ruedo con un mensaje enfocado en la gestión, la eficiencia y la reconstrucción económica. Su apuesta es por la experiencia, por mostrar resultados tangibles y por devolverle al Partido Nacional el rostro de “trabajo y cercanía” que alguna vez lo caracterizó. Enfrente tiene la maquinaria del oficialismo y todo su aparato propagandístico; de su lado, la potencia de una racha que parece no detenerse. La campaña dirá si esa fuerza es suficiente.

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Karol Pavón
Karol Pavón

Periodista de investigación con experiencia en análisis y cobertura de temas de alto impacto. Máster en Marketing Estratégico y Gestión de Contenidos. Con formación en SEO, visualización de datos y verificación.