Tegucigalpa, Honduras
Al hablar de la emocionante historia del cine en Honduras, no se puede dejar de hablar de Sami Kafati.
Un cineasta adelantado a su época, con una enorme pasión por este arte que lo llevó a crear cine en un país donde nunca antes había existido una producción cinematográfica.
“Mi amigo Ángel” y “No hay tierra sin dueño” son los testigos de su visión en el cine y los alcances que Kafati pretendía con su obra.
En honor a esa inigualable trayectoria y legado, el Centro de Arte y Cultura de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras realizó la primera exposición en honor a Sami Kafati.
La iniciativa de este homenaje fue motivada por el también cineasta René Pauck, quien consideró vital recuperar la memoria histórica de Sami para que las nuevas generaciones puedan conocer un poco de su legado y su invaluable aporte al desarrollo del cine hondureño.
A esta labor se sumaron Nadia Cáceres y Paul Martínez, quienes se involucraron en el proceso de museología y curaduría de la exposición. Y claro que no se puede dejar de mencionar el apoyo de la familia Kafati, quien brindó cada una de la piezas de la muestra.
En palabras de René Pauck, la exhibición se organizó de manera cronológica para contar las diferentes etapas en la vida de Sami Kafati.
La primera comienza con su juventud y la formación familiar, justo en la época en que comenzó su andanzas en el cine con “Mi amigo Ángel” en 1962 y su estudios de cine en Roma para la misma época.
Posteriormente, la muestra lleva al espectador a conocer la actividades del cineasta en los años setenta, en donde tuvo la oportunidad de involucrarse en la producción del documental “Neruda: Hombre y poeta” un trabajo realizado en Chile y con el mismo Pablo Neruda como protagonista. Siempre en este mismo apartado, marcó como importante 1978 cuando Sami trabajó como director de fotografía en la película “Utopía” del chileno Raúl Ruiz.
La parte final de la muestra fue dedicada a “No hay tierra sin dueño”, su película más importante y en la que se abordó su planificación, rodaje y restauración, que llevó más de 20 años.
Es de destacar que al finalizar este proceso, la película estuvo presente en el Festival de Cine de Cannes, Francia, donde recibió excelentes críticas, y a partir de ahí la cinta comenzó un exitoso recorrido por prestigiosos festivales como Tribeca en Nueva York en 2003.
Como el propósito era generar un aspecto formativo, durante la muestra se realizaron conservatorios y visitas guiadas para estudiantes de escuelas y colegios para que conocieran la obra de Sami Kafati.