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26.07.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Dos personas mayores, él viudo y ella viuda, que se conocían hacía varios años.

Una noche hubo una cena comunitaria en la Casa Club. Los dos sentados en la misma mesa, uno frente al otro.

Durante la comida, él la miró y la miró admirado y finalmente juntó el coraje para preguntarle:
-¿Quieres casarte conmigo?

Después de unos segundos de “cuidadosa consideración”, ella respondió:
- Sí. ¡Sí, acepto!

La comida terminó y luego de algunos intercambios agradables de palabras, se fueron a sus respectivos hogares.

A la mañana siguiente, él despertó preocupado y dudoso de la respuesta: ¿ella Dijo sí o dijo no? No podía recordar. Lo intentó y lo intentó, pero simplemente no recordaba, no tenía ni siquiera una vaga idea; inquieto, fue al teléfono y llamó a su amiga.

En primer lugar, le explicó que su memoria no era tan buena como solía serlo. Luego le recordó la noche hermosa que habían pasado y con un poco más de coraje le preguntó: ¿Cuando te pregunté si querías casarte conmigo, dijiste sí o no?
Él quedó encantado al oírla decir: Te dije que sí, que sí acepto y lo dije con todo mi corazón. Y estoy muy feliz de que me llamaras, no podía recordar quién me lo había pedido.

Una noche una pareja de viejos estaba ya acostada en su cama. El marido se estaba quedando dormido, pero su mujer se sentía romántica y quería conversar, le dijo:
-Cuando me enamorabas, me agarrabas la mano.
De mala gana, el marido se dio media vuelta, le agarró la mano por unos segundos y luego trató de dormirse otra vez.
En pocos momentos ella le dijo nuevamente:
-Entonces me besabas.
Algo molesto, se dio media vuelta otra vez y le dio un ligero beso en la mejilla y luego se acomodó para dormirse.
En treinta segundos, ella le dijo:
-Luego tú me mordías el cuello.
Enfadado, el marido tiró la ropa de cama y se levantó.
-¿A dónde vas?, le pregunto ella.
-¡A buscar mis dientes!

El abuelito le cuenta a su nieto los grandes cambios que ha habido en la sociedad desde su juventud hasta ahora.
- ¿Sabes, Jaimito? Cuando yo era niño, mi mamá me daba un lempira y con eso me mandaba a la tienda de la esquina. Entonces yo regresaba con 4 barritas de mantequilla, 2 litros de leche, 1 libra de carne, 1 libra de queso, 1 libra de azúcar, pan y huevos...
Y Jaimito le responde:
- Abuelito, ¿en tu época no había cámaras de vigilancia?

Una viejita iba a encender la estufa para preparar la cena de su marido cuando por una fuga de gas explota la casa y salen volando los dos.
En la ambulancia van los dos heridos, pero la viejita lleva una gran sonrisa en la cara.
Su esposo, preocupado de que estuviera en shock, le pregunta: ¿Qué te pasa? ¿Por qué sonríes?
-Ay, es que es la primera vez en cincuenta años que salimos juntos a algún lado... ¡y volando!

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