Editorial

¿Y qué pasó en la Anapo?

Los sucesos del 11 de septiembre en las instalaciones de la Academia Nacional de Policía (Anapo), en la ciudad de La Paz, se cobraron el lunes anterior su tercera víctima. Se trata del joven médico Kevin Mejía Sánchez, quien falleció tras ocho días en una unidad de cuidados intensivos.

Las otras víctimas mortales son Jairo Josué Martínez Cruz y Ronal Javier Coello Coello, más 34 profesionales que debieron ser hospitalizados.

Los fallecidos eran profesionales que llegaron a ese lugar con sus maletas llenas de ilusiones y un objetivo: convertirse en oficiales auxiliares de la Policía Nacional, sin imaginar siquiera que la ceremonia de bienvenida que se acostumbra dar en esa unidad a los aspirantes a unirse a sus filas, sería la última actividad en la que participarían en sus cortas vidas.

De ese triste y dramático suceso han pasado ya diez días y no se conoce un informe oficial de lo acontecido y mucho menos de las causas de muerte de los tres hombres.Los resultados de las autopsias no han sido proporcionadas por las autoridades y desde el Ministerio Público se informa a secas que la investigación continúa.

El temor de las familias y de la población en general es que este caso pase a ser uno más de los miles que se quedan en las gavetas de los entes investigadores, tal cual ha sucedido con otros que han copado las páginas y espacios de medios de comunicación para después ser enterrados en el basurero de la impunidad que tanto daña a la democracia, fomenta la corrupción y empuja la miseria, la pobreza y fomenta el atraso de la sociedad.

El reto de las autoridades es monumental. En sus manos está esclarecer este caso y con ello generar la esperanza de que las cosas en este país por fin van a comenzar a cambiar, y que la justicia no solo será, como lo dijo una vez un embajador de Estados Unidos, una serpiente que solo pica a los descalzos.