La anunciada renuncia de la consejera del Consejo Nacional Electoral (CNE), Ana Paola Hall, vino a profundizar la crisis interna que arrastra desde hace varias semanas el organismo electoral, por las divergencias y falta de consensos entre sus miembros alrededor de la aprobación y aplicación del sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP).
En río revuelto ganancia de pescadores, dice el dicho popular, que calza al dedillo con lo sucedido ayer con la clase política que no desaprovechó la oportunidad para alzar la voz a favor o en contra de la decisión de Hall, las causas que la orillaron a tomar la decisión y los caminos a seguir para “salvar la democracia”, según sus intereses.
Todos dicen hablar en nombre de un pueblo que es testigo mudo de lo que ocurre en las más altas esferas de la política y de la administración pública, y que lucha todos los días por buscar respuesta a los problemas que históricamente arrastra el país y que tienen a más del 70% de la población viviendo en condiciones de pobreza y pobreza extrema.
El llamado es a los actores de la crisis, a los visibles y a los que manejan los hilos tras bambalinas, que es tiempo de bajar el tono de la confrontación y abrir camino a un diálogo en el cual se busquen salidas a la problemática, en el marco de la legislación vigente y el respeto a la institucionalidad, que debe prevalecer por sobre los intereses de los políticos que buscan llevar agua a sus molinos con posiciones extremas.
La cordura, la sensatez, el amor a la patria y el respeto a la democracia son las banderas que deben ondear en la búsqueda de las soluciones que se demandan.
Garantizar que el proceso electoral se desarrollará sin injerencias de ningún tipo y que los resultados en las urnas se respetarán sin importar el ganador es el camino que los hondureños aspiran que se siga.