Editorial

Un compromiso con Honduras

Honduras vive momentos críticos que nos obligan a reflexionar sobre qué estamos haciendo para heredar a las nuevas generaciones un país de oportunidades, sin importar colores políticos, raza, sexo y clase social. Si bien es cierto que todos los ciudadanos tenemos un papel que jugar en este largo y tortuoso camino, la principal responsabilidad está en manos de personalidades cuyas acciones son vitales para el futuro inmediato del país y a quienes la historia juzgará de acuerdo con el desempeño en los cargos que ahora ostentan. Es así que consideramos que el fiscal Óscar Fernando Chinchilla deberá este año ratificar su liderazgo en la lucha contra la corrupción, el narcotráfico y el crimen organizado, flagelos que tienen de rodillas al pueblo hondureño, sumido en la pobreza, la inseguridad y la violencia desenfrenada; que Mauricio Oliva deberá poner una vez más a prueba su capacidad de conciliación en el Congreso Nacional al momento de atender, por ejemplo, las demandas populares de una legislación que garantice procesos electorales libres y transparentes y de la permanencia de la Misión de Apoyo contra la Impunidad y la Corrupción (Maccih). El liderazgo de Manuel Zelaya Rosales sin duda será fundamental en el proceso de gobernabilidad, porque no se puede desconocer que la armonía y la paz social pasan por las decisiones y las acciones que pueda tomar y ordenar el exmandatario a las bases de su partido a nivel nacional. En este camino serán fundamentales las acciones que desde sus cargo como ministra de Desarrollo Económico impulse la designada presidencial María Antonia Rivera en el fortalecimiento de las relaciones del gobierno con la empresa privada, y la promoción y atracción de las inversiones que el país requiere para dinamizar su endeble economía, y de Juan Carlos Sikaffy, desde la presidencia del Consejo Hondureño de la Empresa Privada, dando los aportes, haciendo las propuestas, proponiendo las soluciones a los problemas del país, desde la visión de uno de los principales actores del desarrollo nacional. Los obreros y los campesinos, los docentes y estudiantes, las universidades, la sociedad civil, todos deberemos unirnos a estos esfuerzos. De no hacerlo, se llevará al país a un callejón sin salida.