Editorial

Día del Estudiante

Hoy es el día establecido en nuestro calendario cívico para celebrar a los estudiantes, el relevo generacional de cuyas capacidades, ética y moral dependen el crecimiento y desarrollo a los que aspiramos como país.

Ellos representan la esperanza del cambio que la mayoría anhela, pero que ha sido incapaz de cristalizar pues camina dispersa y afanada en el bien particular más que en el colectivo, cuando debería ser al revés.

En esa juventud estudiosa que hoy festeja su día está latente la transformación de una sociedad empobrecida a próspera; de la incivilidad a la cortesía, cultura y urbanidad que tanto nos faltan; de la corrupción tan extendida a una nueva conciencia de repudio a tanta iniquidad.

Un estudiante es como una lumbre en una Honduras oscurecida por tantos problemas sociales que empujan a la emigración forzada y a la fuga de cerebros. Por eso debe ser tarea primordial en los hogares y de las políticas de Estado garantizar los derechos de los estudiantes que sufren también el acecho de la violencia e inseguridad.

Nunca como ahora, en tiempos de globalización, comunicaciones y tecnología, había sido tan evidente el rezago educativo que hay en nuestro país y que ha venido a remarcar la inequidad atrofiante que hay en las aulas, donde no todos tienen igual acceso pues la educación se ha convertido en un negocio que otorga oportunidades a unos y se las niega a otros. La educación pública de calidad debería ser el pilar sobre el que nuestro país cimenta su futuro, pero ni siquiera hemos podido superar las carencias en la infraestructura, y la imagen de niños que reciben clases sentados en el suelo o sin un techo que los proteja de los elementos sigue hiriendo la retina social y augurando más pobreza, más subdesarrollo, más de lo mismo.

El estudio no ha de estar exento de esfuerzo y sacrificio, pero no a riesgo de la vida ni de las necesidades más elementales que obligan a muchos estudiantes a desertar, huérfanos de una sociedad y de un sistema educativo que velen por sus derechos.

Felicitamos en este día a la juventud estudiosa que entre cuadernos y libros sueña con el mañana en que habrán de alcanzar su meta, contribuyendo con rectitud e integridad al bien de su país.