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Una idea light de la pandemia

Propongo que, si está dentro de sus posibilidades, antes de proceder a esta lectura vaya a cualquier motor de búsqueda de internet y escriba “coronavirus” o “covid 19” y luego coloque la opción de imágenes. Después en el mismo buscador escriba “peste negra” y también busque imágenes. Repita el proceso con “gripe española”. Notará usted una enorme diferencia en cuanto a los resultados que se generan. Los de “peste negra” y “gripe española” serán diametralmente más crudos que los de la pandemia que embarga al mundo este año. De hecho, el virus se nos presenta como una figurita, sino amigable, por lo menos poco temible.

Me pregunto: ¿cuáles serán las postales de esta pandemia dentro de dos años, cuando ya la hayamos superado y, sobre todo, dentro de diez, quince o veinte años? El cuestionamiento salta porque es importante saber cuál es el lienzo que estamos dibujando. A mi juicio es uno muy políticamente correcto, muy light. Atrás hemos dejado lo grotesco para engendrar el miedo como se hizo en tiempos medievales. Lo invito de nuevo a emprender una búsqueda digital y teclear “Fragilidad humana de Salvator Rosa” o “El triunfo de la muerte de Brueghel” solo para que se haga una idea de lo duro que es el arte en los tiempos de la verdad.

En cambio, las expresiones que nos han surgido en este contexto que estamos viviendo son de corte positivo, esperanzador, cómico y hasta romántico. Algunas apenas rozan lo dramático. Se ha resaltado la labor heroica de las personas que trabajan en la llamada “primera línea”; que, por cierto, la semántica de esa heroicidad está muy bien desmenuzada por el escritor Farhad Manjoo en un artículo llamado “Por favor, no los llamen héroes”, donde explica la estrecha relación entre heroicidad y sacrificio.

Por su parte, los medios de comunicación han sido muy comedidos y reservados en la manera de persuadir a las personas para que se cuiden del virus y puede que no haya sido suficiente para que se entienda la peligrosidad de la situación. Ha sido una publicidad muy amigable, muy de nuestros tiempos. Posiblemente no pueda ser, según nuestros códigos, de otra manera.

El problema es que hay grupos sociales que están preparados para ello y otros que no. De todos es sabido que vivimos en la sociedad más acolchonada de la historia de la humanidad. Hasta en nuestros países tercermundistas se puede crecer entre algodones. Esto conduce a una sociedad muy ligera y en extremo sensible.

Por ejemplo, y esto se puede verificar en las redes sociales de cualquier medio de comunicación, cuando las “malas noticias” fueron recurrentes las personas se comenzaron a quejar sistemáticamente de que solo querían asustar a las audiencias. De hecho, a seis meses de evidencias hay quien aún lo cree. En algunas ocasiones los medios han escuchado y han dosificado las cargas de lo que algunos consideran demasiado brutal. Evidentemente, una propaganda tan agresiva como la de la Edad Media cuando fue azotada por la peste negra muy pocos la habrían soportado.

Todo lo anterior nos deja dos problemas fundamentales: el primero de ellos es que algunos aún no logran concebir las dimensiones de esta hecatombe y el segundo que es consecuencia del primero es que ha provocado que las personas debido a su idea de ligereza no obedezcan ni se cuiden. Tal vez aún necesitemos el miedo como medio de persuasión.