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Sacar la ONU de los Estados Unidos

Es el máximo gobierno mundial, pero no estaban todos -nunca llegan completos- porque la sede de la Organización de Naciones Unidas está en territorio hostil para muchos. Estados Unidos está en guerra con alguien desde que se fundó; y alguno siempre le tiene tirria y falta a la asamblea anual en Nueva York.

Además, sistemáticamente se denuncia el control de Washington sobre la ONU, y ese gobierno desoye disposiciones del organismo, más cuando son intervenciones militares en otros países; eso mantiene una relación tensa entre ambas partes, tanto, que algunos presidentes -Bush y Trump- pidieron su reestructuración.

Todo comenzó en 1945. Foto en blanco y negro. Reunión en Yalta, Crimea, entre el dirigente soviético Stalin, el inglés Churchill y el estadounidense Roosevelt para acordar qué rayos harían con el mundo al finalizar la II Guerra Mundial. Se repartieron el mapa, concertaron la ONU e -inevitablemente- iniciaron la Guerra Fría.

Pensaron la sede de la nueva ONU en Europa: Francia o Inglaterra, pero los destrozos de la guerra lo dificultaron; también se les ocurrió Suiza, por neutral, aunque la fallida Sociedad de Naciones -el primer intento de organizar el mundo políticamente- daba mal presagio. Así que Estados Unidos ofreció San Francisco o Filadelfia, y quedó donde está: Nueva York.

El terreno para el edificio lo donó -o devolvió- Rockefeller. Nueva York es ciudad cosmopolita y reunión de culturas, el problema es la política de su país. Estados Unidos es el mayor aportante de la ONU, en teoría, porque nunca entrega todo el dinero prometido; supedita los pagos a exigencias y privilegios.

Aunque apoya programas de desarrollo en diversas naciones, la animadversión contra Estados Unidos es por datos inocultables: más de 350 intervenciones militares en diferentes países y la invasión de 70; patrocinio de golpes de Estado e imposición de su política, algunas veces, solo para proteger sus empresas privadas.

La asamblea de la ONU de este año, la 77, no contó con el presidente ruso Putin ni el líder chino Xi, nada menos que los protagonistas del orden mundial multipolar en construcción. No llegó el venezolano Maduro ni el ucraniano Zelenski -le permitieron videoconferencia- y al presidente iraní Raisi casi no le dan visado.

El compromiso de la ONU es recibirlos a todos, pero EUA condiciona a sus “enemigos”; luego está el asunto migratorio, que es una losa, peor con la pandemia, y por pleito ideológico no reconoce las vacunas de Rusia y China -Sputnik V y Sinovac- a pesar de su demostrada eficacia, y exige Pfizer; muchas delegaciones llegaron menguadas.

Múltiples voces crecen para sacar la sede de allí. Sobran condiciones para albergar la ONU en nuestra América: México, Argentina, Brasil, Chile; ahora sí en Europa: Francia, España, Italia; o muchos países de Asia o África, es decir, en una nación menos conflictiva y más tolerante.